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martes, 13 de diciembre de 2011

1 Un viaje paternal inesperado



Faltaban dos semanas para terminar la primavera y Berta, estaba leyendo un libro en el estudio de su padre, pues disfrutaba de la lectura tanto como éste y para ella ese lugar era su refugio personal cuando quería aislarse del mundo y dejar volar su imaginación; decidió  dejar de leer por hoy pues llevaba cerca de dos horas y fue al jardín en el cual se hallaba su madre regando su gran colección de rosas, le dio un beso en la mejilla y le preguntó si  sabía cuándo volvería su padre del trabajo, pero justamente en ese momento llamaron a la puerta principal.  
  
-Cariño, abre la puerta debe ser tu padre- le dijo su madre –Enseguida acabo.
-Vale mamá, ya voy.

 Se fue directa a la entrada, y oyó como su perro labrador Rustin ladraba de alegría al ver al que estaba al otro lado de la puerta por lo que intuyó que tendría que ser su padre que volvía de trabajar en la oficina. En cuanto abrió la puerta, éste entró rápidamente en la casa.

 -¡Rustin!, ¡Ah, hola papá!-y le dio un beso en la mejilla.
-Hola, pelusilla, ¿Qué haces que no estás en pijama?, son casi las diez de la noche.
-No estoy en pijama todavía porque te estaba esperando para cenar y no me llames pelusilla, sabes que no me gusta.
-¡Ey, pareja! Vamos a cenar hace un rato que la cena está hecha y la sopa fría no hay quién se la tome.-dijo su madre asomándose desde la puerta de la cocina todavía con la regadera en la mano y llena de barro.
-Cariño, creo que sería mejor que te limpiaras primero ¿tú te has visto como estas de sucia?, estas llena de barro por todas partes.
-Es verdad ahora me limpio, id poniendo mientras la mesa, oye Berta sabes que no me gusta que Rustin entre después de haberse revolcado en la hierba me lo pone todo perdido.
-Cierto mamá, lo siento Rustin pero vas a tener que volver a pasar la noche en tu caseta-le dijo a su perro mientras lo cogía del collar y lo sacaba fuera de la casa- y mañana directo a la ducha.

Mientras la madre de Berta se aseaba, ellos aprovecharon para ir poniendo la mesa y calentar la sopa; pasados unos minutos comenzaron a cenar; pero cuando iban por el segundo plato sonó el teléfono, cosa que les extrañó muchísimo pues no acostumbraban a recibir llamadas pasadas las nueve de la noche  y su padre fue directo a cogerlo un tanto sorprendido, estuvo hablando un par de minutos con una voz inaudible; en cuanto colgó, se echó a llorar apoyado en la pared, su esposa; asustada se levantó corriendo y le preguntó qué pasaba.

-Nada importante, asunto familiares, lo hablamos tu y yo después en el dormitorio antes de dormir si es que lo consigo, solo sé que Berta  va  a necesitar una canguro.
-¿Qué es lo que pasa?-preguntó Berta levantándose de la mesa con el tenedor en la boca, un tanto asustada.
-Siéntate Berta, termínate la cena y corre a acostarte que se hace tarde, y no te preocupes por la canguro, su prima Carmen la cuidara encantada pues hace años que no se ven y tiene ganas de verla.
-¡Carmen! ¿No la podría cuidar alguna vecina? La señora… Tomasa, por ejemplo.
-No, porque está muy mayor y además ya no se acuerda ni de sacar a su perro de paseo. Así, que no se hable más; la cuidará su prima, ya es lo bastante mayor como para ocuparse de ella-añadió mirándolo con cara de pocos amigos-Ahora mismo la llamo- cogió el teléfono y se puso a marcar.
-Mamá, ¿cuántos años tiene mi prima ya?, yo ya se cuidarme sola, y creo que no hace falta que la llames,  podrías confiar en mí.
-Tu prima tiene dieciocho años, y tú solo once así… que no intentes convencerme; te cuidará ella y se acabó-le respondió y se puso hablar por el teléfono pues ya la habían contestado; estuvo diez minutos hablando y cuando terminó dijo-Bueno, ya está arreglado, tu prima vendrá a las diez y se quedara todo el fin de semana contigo.-y se volvió a sentar en la mesa para terminarse la cena que había dejado por terminar.

Berta obedeció a regañadientes, y después de desear las buenas noches a sus padres, se fue a su cuarto, se puso el pijama y se metió en la cama; al cabo de un rato oyó como sus padres llegaban al dormitorio y empezaban a hablar, la curiosidad picó a Berta y decidió acercarse sigilosamente hasta la puerta de éste y escuchar a través de ésta para saber cuál era la noticia que había hecho llorar a su padre pues era un hombre que no lloraba con facilidad. Estuvo escuchando y les oyó decir que tenían que coger el primer avión hacia Londres, y en el aeropuerto su tío Kevin les pondría al corriente de la situación y les llevaría hasta el hospital en el cuál estaba ingresado su abuelo, que aparte de sufrir un pequeño ataque al corazón le habían detectado un cáncer estomacal; pero de repente oyó como su madre se levantaba de la cama para ir a la cocina a por un vaso de agua para tomarse una pastilla para el dolor de cabeza, por lo que tuvo que correr hacia su cuarto, meterse en la cama y hacerse la dormida.
Cuando la oyó regresar, decidió encender la luz de su mesilla y empezó a pensar en su prima Carmen pero recordaba muy poco, pues la última vez que la vio, ella solo tenía cinco años; se puso a mirar el suelo y de repente vio un libro azul algo viejo y lleno de polvo bajo la mesilla que no había visto antes, el cual le llamo mucho la atención, lo cogió y vio que el título decía “Mi gran aventura”; lo abrió al azar y observó con atención la imagen que apareció ante sus ojos; era un hada posada sobre una gran flor, tenía unos  grandes ojos azules y una gran melena rubia, vestía un vestido blanco con grandes bordados y tenía dos enormes alas plateadas; pero sin darse cuenta se quedó profundamente dormida con el libro entre las manos.
Al día siguiente se levantó cerca de las diez y asustada se vistió corriendo, cogió una tostada y se fue hacia la puerta de la entrada.

-¡Adiós mamá, adiós papá!-y se asustó al ver que no le contestaban-Mamá…papá ¿dónde estáis?-de repente oyó un ladrido proveniente del salón-Rustin, ¿Quién te ha dejado entrar?
-Buenos días Berta, soy Carmen ¿qué pasa, porqué me miras con esa cara? ¿A dónde vas con la mochila? hoy es sábado.
-¡Ah, hola Carmen!, ¿Qué haces aquí? ¿Y mis padres?
-¿No lo sabes? se iban  a ver a tu abuelo a Londres, han cogido un avión esta mañana, vendrán el lunes, así, que estaremos solas todo el fin de semana, pero ¡cuánto has cambiado apenas te reconozco! ¿Dime que te gustaría que hiciéramos juntas? ¿Todavía te asustas de los fantasmas de las películas? recuerdo que te asustabas.
-Oye, claro que me asustaba solo tenía cinco años y tu siempre me estaban asustando haciendo ruidos, disfrazándote de fantasma….-le contestó con tono serio.
  
Soltó la mochila y miró a su prima con cara de enfado, le contó que ya había visto dos películas de fantasmas y que no se había asustado, después, se fue corriendo al estudio y cogió el libro que dejó allí la pasada noche; volvió corriendo y se lo tiró encima a su prima.

-Ves es una novela de terror. Y no es la primera que me leo, ya es…la cuarta, creo; no lo recuerdo bien y… no me ha dado miedo ninguna-le dijo enfadada.
-¿Y? ¿A mí que más me da?-le respondió en tono pasota- Yo me he leído quince y he visto cerca de veinte películas. Bueno da igual, ¿la vemos, o no?
-Si ponla, te llevaras una gran sorpresa.

Cogieron algo de comer y  varias botellas de zumo, apagaron las luces y bajaron las persianas hasta que estuvieron totalmente a oscuras, se acomodaron y vieron la película.
Lo que sucedió a continuación entre ellas fue increíble, nunca se habían llevado tan bien en toda la vida, cosa que sorprendió mucho a Berta; en esos instantes parecían hermanas y coincidían en casi todos sus comentarios.

-¡Madre mía, que peliculón! Era fantástica-dijo Carmen-¿Te ha gustado?
- Las he visto mejores, en ésta casi se notaba de que los fantasmas eran de pega.
-Sí, tienes razón, oye ¿Te apetece una hamburguesa? invito yo.
-Vale, pero a las nueve y media tenemos que estar en casa conociendo a mi madre seguro que llama para saber que tal estamos.
- No te preocupes ya le dije que saldríamos a dar una vuelta y me llamara a mi móvil.

Se fueron al centro comercial (aunque tuvieron que coger dos autobuses); tardaron muy poco en llegar o al menos eso les parecio, pues durante el trayecto estuvieron charlando y cotilleando sobre la familia y la escuela; cuando llegaron estuvieron pensando que hacían y al final, decidieron ir a los recreativos a jugar, sobre la hora de comer se compraron un par de porciones de pizza y después se fueron  a comprar ropa; se compraron blusas, camisetas, pantalones y bikinis; saliendo de una de las tiendas Carmen puso cara de sorpresa pues vio a lo lejos al chico que le gustaba con sus amigos que se dirigían hacia esa dirección, empujó a Berta a una silla cercana y se separó de ella con la intención de fingir que no la conocía; después de que éstos pasaran por su lado y la saludaran, se acercó a Berta para volver a la normalidad.

-¡No me toques!-dijo Berta enfadada mientras se apartaba de ella-¿se puede saber a que ha venido eso?
-Perdóname prima, pero es que al chico moreno de la camiseta roja, le dije que no podía quedar con él hoy porque estaría con mi novio de acampada, y no quería que me viera contigo, si fuera con una compañera de clase pues aún pero con una niña…
-Pero, si tú no tienes ni novio.
-¿Y tu cómo sabes eso?
-Tu madre se lo cuenta todo a la mía y ella me lo cuenta todo a mí, así que estoy al tanto de tus amoríos.
-Venga, olvidemos el tema, vayamos a por la hamburguesa que te prometí.
-Sabes lo que te dijo-le respondió Berta-que te puedes meter tu hamburguesa por el culo.-y se dio la vuelta en dirección a la calle.

El camino  de vuelta a casa se hizo eterno para ambas, pues Berta no dirigió la palabra a su prima durante el trayecto y cuando ésta intentaba hablar con ella disculpándose Berta volvía la cabeza para no mirarla a la cara o subía el volumen de su mp3 para así no escucharla.

-Qué raro todavía no ha llamado tu madre, al final la tendré que llamar yo, ve a ducharte  y después si tenemos hambre cenamos-le dijo Carmen a Berta.

Berta no pensaba seguir órdenes de su prima, pero aún así, siguiendo sus hábitos, subió a su dormitorio para coger el pijama, se dirigió al cuarto de baño; se duchó y regresó a su habitación para peinarse, pero se dio cuenta de que en un rato se iría a la cama y no valía la pena hacerlo así; que bajó al salón para ver el televisor un rato con su prima y más tarde duchar a Rustin. Antes de cenar, Carolina se le disculpó a Berta y le explicó que el chico del centro comercial era un compañero suyo de clase y uno de los más populares  del instituto por el que estaba colgada desde la primera vez que lo vio y que le había pedido salir justamente un par de minutos después de que su madre llamara pidiéndole que se quedase a cuidarla, pero a ella le daba corte decirle que no podía quedar con el por eso y prefirió decirle que se iba de acampada con su novio