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miércoles, 31 de julio de 2013

6 La casa del maestro

Caminaron un largo trecho hasta que llegaron a una cabaña de piedra que se hallaba entre un gigantesco sauce llorón y varias torres semiderruidas. Henry abrió la puerta de ésta y entró en un imponente salón parecido al de Carolina, la única diferencia era que al fondo había una puerta que daba a un invernadero repleto de plantas increíblemente verdes y otra que estaba cerrada con varios pestillos. Henry se sentó en un sillón que se encontraba al lado de la chimenea y soltó su bastón.

-Podéis sentaros tranquilamente, necesito descansar ya no estoy en condiciones de subir y bajar esa pendiente como antes.
-¿Cuándo comenzamos con las clases Henry?-le preguntó Anael.
-No seas impaciente, la impaciencia no es buena amiga de la magia, para ser un buen mago tienes que ser paciente.
-Henry, ¿le importaría si echase un vistazo en su invernadero?, me gustan mucho las plantas, de hecho de mayor me gustaría ser botánica.
-Por supuesto, pero ten cuidado hay algunas que pueden llegar a morderte.
-Espera voy contigo,-añadió Anael- porque si no me voy a aburrir como una ostra y seguramente acabe con la paciencia del pobre Henry.
-¿Sabe si mi tío Setmon está en la torre?, me gustaría poder empezar con las clases-preguntó Spooch a Henry.
-Ve a comprobarlo si quieres Spooch, yo no te impido nada.
-Gracias-dijo Spooch yendo a la puerta para dirigirse a la torre.
-Bueno Tatani, sólo quedamos tú y yo ¿no te apetece irte a algún lado a ti también?
-No, no se preocupe yo soy paciente y poco curiosa, esperare acá hasta que usted decida empezar con las clases.
-Eso está muy bien.

Hubo varios minutos de silencio, Henry meditaba y Tatani danzaba silenciosa sobre la mesa trazando pequeños círculos, mientras su polvo mágico caía suavemente sobre lo que en ésta había lo que hacía que flotara.

-Muy interesante su invernadero Henry, pero por lo que veo Anael no le escuchó con atención y varias de sus plantas le atacaron-dijo Berta aguantándose una risita, mientras a su espalda apareció Anael con varias heridas.
-Yo no le veo la gracia Berta.
-Si tú lo dices, deberías de haberle visto allá dentro Tatani, se acercó a unas plantas que parecían que nos miraban, fue a tocarlas y cuando nos dimos cuenta se le abalanzaron para morderle.-dijo soltando una risita.
-Anda Anael ven a que te cure esas heridas-le dijo Henry a éste mientras cogía su bastón y se levantaba del sillón.
-¿No me puedes ir enseñando tu algo Tatani? Se supone que tú haces magia.
-Sí, pero mi magia no es exactamente igual que la que vais a aprender vosotros.
-¿Cuál es la diferencia?, ¿que nosotros necesitamos varitas para usarla y tu no?
-Esa es una pero no, la diferencia es que la magia de las hadas es muchísimo más poderosa que la vuestra, hay hadas como mi bisabuela que solamente con pensar o mirar lo que quiere hechizar ya tiene suficiente para hacerlo.
-Vale, entonces dejémoslo, esperare a que Henry decida empezar con las clases.
-Sera lo mejor.

Henry, se sacó un juego de llaves que tenía escondido en un compartimento secreto que tenía su bastón y abrió uno a uno los pestillos de la puerta, la atravesaron y Anael observó que estaba en un laboratorio en el cual el fauno hacía e investigaba pociones; las había de todos los colores ,tamaños y formas, de hecho Henry cogió un ungüento morado que se encontraba cerca del mechero que prendía bajo un Erlenmeyer que contenía un líquido amarillento que hervía y desprendía un olor repugnante; ordenó a Anael que se sentara en un sillón que se encontraba bajo la ventana y él se sentó en un pequeño taburete frente a él para extenderle el ungüento sobre las heridas que tenía en la cara, hombros, brazos y manos.

-Esto te va a escocer bastante-dijo Henry a Anael mientras empezaba a extenderle el ungüento.
-Pare, pare déjelo mejor que se curen solas-se quejó Anael retirándose de Henry con cara de dolor.
-De eso nada, si no te curo rápido el veneno de la planta empezara a hacer efecto y empezarás a sentirte mareado y tendrás nauseas y dime ¿quieres eso? ¿Quieres enfermarte? ¿Verdad que no? entonces tendrás que aguantar el dolor, esto no te hubiera pasado si te hubieras mantenido alejado de ellas ya os avise de que alguna os podía morder.
-Tiene razón, lo siento mucho, pero es que yo nunca he soportado muy bien el dolor y me escondo cada vez que me hago una herida y mi madre me la tiene que curar.
-Lo siento mucho pero tendrás que ser valiente y aguantar por mucho que te escueza, así que estate quieto cuanto más tiempo pase peor te sentirás, pues el veneno empezara a hacer efecto.
Durante varios minutos, Anael se retorció y chilló como un loco mientras el fauno le extendía el ungüento, pero poco a poco fue sintiendo como varias partes del cuerpo dejaban de dolerle y se fue calmando. Cuando Henry acabó de extendérselo le pidió que se acostara durante varios minutos en un colchón que se hallaba frente una de las mesas que tenía encima varios libros, Henry le pasó uno y se dirigió a la puerta para dirigirse al salón pidiéndole con anterioridad que no tocara absolutamente nada de lo que había en ese cuarto.

-Me parece, que por culpa de este percance no podremos empezar hoy con las clases, lo mejor será que os marchéis y descanséis.
-¿Y Anael? No podemos marcharnos sin él.-dijo Berta.
-No te preocupes por él ahora, está guardando reposo para que la medicina que le di le haga efecto, haré que Fred lo lleve hasta la cabaña de tu abuela…mejor dicho tu cabaña, ahora es toda tuya.
-¿Y Spooch?
-Como tarda en volver quiere decir que está dando clases con su tío, no te preocupes él se marchará a casa con su madre en cuanto acabe.
-Bueno, entonces mañana estaremos aquí a las ocho como usted dijo, el único problema es que yo sin despertador no soy capaz de levantarme-dijo Berta.
-No te preocupes, yo me despierto en cuanto sale el sol-le dijo Tatani- yo te despertare después de arreglarme.
-Pues asunto arreglado te despertará ella, ahora id a comed algo y descansad.-les dijo el fauno.
-Ese es otro problema, creo que en la cabaña no hay nada de comer, no, ¿Tatani?
-Pues si te encantan las cerezas y las peras llenas de moho estas de suerte, pues eso es lo único que yo he visto en la cocina de tu abuela.
-Espera un momento aquí entonces-dijo Henry dirigiéndose a una puerta de la derecha, de la cual salió enseguida con una cesta que contenía huevos, salchichas, queso, leche, manzanas y pan- toma es todo lo que te puedo dar por el momento más adelante te las tendrás que apañar tu sola, no voy a estar constantemente cuidándote.
-Muchísimas gracias, ahora sólo espero que las sartenes no estén oxidadas.
-No te preocupes, nada de ésa cocina es de metal-dijo Tatani.
-Bueno, pues hasta mañana entonces Henry ha sido un placer conocerle.
-El placer es mío jovencita.


Tatani y Berta, rehicieron el camino que habían hecho con posteridad para dirigirse a la cabaña, ésta vez los que por allí habían no se escondían, si no todo lo contrario, se ofrecía a ir con ellas hasta su destino; parecía como si el miedo que sentían hacia Berta se hubiera esfumado y ahora la animaban diciéndole que sería capaz de hacer lo que la profecía decía que pasaría.

sábado, 1 de junio de 2013

5 El maestro y los habitantes de Nurlon

Después de que Mark se hubiera marchado, Tatani y los demás dejaron a Berta terminar de vestirse; el hada seguía mirando con curiosidad las cosas que se encontraban en la cabaña, entró en la cocina que se hallaba al fondo y cogió una cereza que había en la encimera dispuesta a comérsela. Mientras tanto Anael había cogido el libro que Berta había dejado sobre el escritorio y leía la lista de hechizos mientras que Spooch jugaba con una pequeña bola de cristal.

-¿Spooch, quien es esa tal Amanda de la que tanto habláis?-le preguntó Anael apartando la vista del libro.
-Pues era una muchacha que vivió acá en Nurlon durante quince años hace aproximadamente un siglo que un día desapareció sin más.
-¿Y Berta es pariente suya?
-Seguramente Anael, si no, no hubiera encontrado la forma de llegar a Nurlon, ella apareció de la misma forma que Amanda.
-Además-añadió Tatani-vosotros sois los únicos humanos que aparecen en Nurlon desde que los pocos que habitaban aquí se fueran después de lo que sucedió.
-Ya, pero yo no soy pariente suyo y aquí estoy, ¿cómo explicas eso?-dijo Anael.
-Puede ser… que el libro de tu hermana sea uno de los que escribió su abuela y al abrirse el portal en el libro de Berta también se abriera uno en el de tu hermana, y tú te hallaras cerca en ese momento.-le respondió Tatani.
-Y ¿porqué yo?, ¿no podía ser mi hermana la que estuviera aquí?
-¿Qué edad tiene tu hermana?-preguntó Spooch.
-Tiene diecinueve.
-Las personas mayores de dieciséis años que no viven en Nurlon como vosotros, ya no pueden llegar acá.
-Ya estoy chicos, y ahora ¿qué hacemos?-dijo Berta desde la puerta del dormitorio.
-Pues yo creo que deberíamos ir a ver a Henry, es un gran mago que podía enseñaros porque estoy viendo que en esta lista pocos hechizos os serán de utilidad, él posee un gran poder.-dijo Tatani.
-Berta, ¿Qué parentesco tienes con Amanda?-le preguntó Anael a Berta curioso.
-Pues es mi abuela materna.
-¿Te había hablado anteriormente de éste lugar?
-Me leía cuentos toda las noches, cuentos escritos por ella los que siempre acaba con lagrimas en los ojos.
-Seguramente no eran cuentos Berta, serían historias de situaciones vividas por ella acá o historias que algún amigo suyo de los que aquí vivían-le dijo Spooch.
-Venga, dirijámonos a las ruinas, seguramente mi madre, Henry, Mark y los demás nos estarán esperando-dijo Tatani.

Salieron de la cabaña y se dirigieron hacia las ruinas que se encontraban situadas en la cima de una de las montañas más altas que por allí había; durante el trayecto los animales y demás habitantes del bosque miraban a los muchachos asombrados, cuchicheaban entre ellos y algunos les seguían al ver la dirección que llevaban.
Berta, Anael y Spooch llegaron agotados a la cima y nada más llegar buscaron un lugar en el cual descansar y al instante se fue formando un corrillo alrededor de ellos.

-¡No me lo puedo creer, es la muchacha de la que tanto hablaban mi bisabuela y mi abuela, la nombrada en la profecía, por fin dios escuchó mis oraciones!-dijo una joven elfo que se encontraba en la primera fila.
-Hijo, apártate de ellos inmediatamente, es una orden-dijo otra elfo que se hallaba en el fondo del grupo.
-Pero madre-contestó Spooch-mi deber es ayudarles, ya sabes lo que dice la profecía, soy el elegido.
-Me importa un pimiento lo que diga la profecía Spooch, no te voy a dejar luchar, eres demasiado joven para usar un arma.
-Cálmate Trixia-se oyó decir desde lo alto de una rama de un árbol cercano, Berta miró a quien había hablado, se trataba de un hada con una gran melena blanca que vestía un vestido color turquesa con una pequeña corona dorada en la cabeza, por lo que dedujo que debía de ser la Reina de las hadas- No puedes hacer nada contra el destino, tu hijo ha sido elegido para luchar por la libertad de Nurlon y deberías estar orgullosa por ello; yo lo estoy, mi hija representara a las hadas en esta batalla y sé que no me defraudará.
-Albarna tiene razón, Trixia, deberías de estar orgullosa y no estar discutiendo con los demás por algo escrito en el destino-dijo un castor que se encontraba al lado de la joven elfo.
-¿Tú acabas de hablar?-dijo Anael señalándolo asombrado.
-Pues sí, ¿es que nunca has visto un castor parlante?-le dijo.
-En nuestro mundo los animales no hablan; solo rugen, mugen, ladran…ya sabes-contestó Berta.
-Bueno princesa, ¿para cuándo las presentaciones?-se oyó decir a una voz ronca en el fondo.

Todo el mundo se giró, y se vio a quién acababa de hablar; era un anciano fauno que se sostenía en un bastón y tenía una larga barba gris que se dirigía al corro despacio mientras quienes lo formaban se apartaban para dejarle paso, caminó hasta hallarse a pocos metros de ellos y les miraba con una gran sonrisa en la cara.

-Hola Henry, como ves Amanda no se equivocaba y aquí tienes a los muchachos, ellos son Berta y Anael-le respondió Tatani.
-Tú eres su nieta ¿verdad?, eres igualita a ella solo que ella era morena y tu eres pelirroja. Y veo Spooch que estas cumpliendo lo dictado por el destino, pensé que ya te habrías cansado de esperar junto a la puerta de la cabaña de mi vieja amiga-le dijo Henry.
-Pues ya ves que no me cansé, y seguiría allí todo el tiempo que hiciera falta.- le contestó orgulloso.
-¿Encontrasteis las varitas?-les preguntó Henry.
-Sí, aquí las tenemos, pero no sabemos usarlas-respondió Anael alzándose del suelo.
-Y ¿qué te crees que Amanda sabía cómo usar la suya?, yo la enseñé, todo lo que sabía se lo enseñé yo, aunque debo decir que ella descubrió bastantes hechizos por su cuenta, era una buena alumna, espero que estéis a su nivel.-dijo el fauno.
-Le aseguramos de que lo estaremos.-dijo Berta.
-Bueno se acabó el espectáculo, aquí ya no hay nada que ver-dijo Henry.
-De eso nada, Henry, Spooch se viene conmigo lo quiera o no, no quiero que luché en la batalla, ya perdí a mi marido por culpa de esa bruja y no pienso perder a mi único hijo también.-dijo Trixia.
-Trixia, cariño, pensaba que ya habíamos hablado de esto tú y yo y que estabas de acuerdo en que tu hijo luchara-le dijo Henry,
-Lo estaba, pero he cambiado de opinión, yo no pensé que esa puñetera niña fuera a acertar en su predicción, además mi hijo no sabe usar un arma.
-Tu cuñado Setmon le enseñará, sabes que es un gran espadachín y se ha ofrecido voluntario a enseñarle.-le contestó.
-Vale, está bien, pero me tienes que prometer una cosa antes Henry.
-Lo que sea-le contestó.
-Que le protegerás con un hechizo para evitar que le pase algo.
-Madre… me estás sobreprotegiendo, otra vez, siempre igual ¿cuándo dejará de preocuparse tanto por mi? ya no soy ese niño al que tenía que vigilar constantemente porque se metía lo que estuviera a su alcance en la boca-añadió Spooch acercándose a su madre.
-Pero… es que me aterroriza pensar que te pueda suceder algo irremediable, no quiero perderte cariño, tu eres todo lo que me queda en este mundo, tu eres la razón por la vivo-le dijo sollozando.
-Le prometo que lucharé con todo el cuidado del mundo e intentare vengar la muerte de su esposo, mataré a Nastin con mis propias manos si hace falta.-le respondió Spooch mientas la acariciaba suavemente la mejilla.
-Confía en tu hijo Trixia, igual que yo confío en mi hija-dijo Albarna que se encontraba entre Berta y Anael.
-¿Me dais la palabra de que lucharéis cerca de él siempre que podáis?-les preguntó la elfo a los dos muchachos.
-¡Por supuesto que sí! somos un equipo, y en un equipo se ayudan y protegen unos a otros.-le respondió Berta.
-Puede confiar en nosotros.- añadió Anael.
-Entonces, me quedo tranquila, aunque rezare para que dios os proteja a todos. Enséñales bien Henry el destino de Nurlon está en sus manos-dijo mientras se daba la vuelta dispuesta a marcharse con lágrimas en los ojos.
-Bueno, seguidme os llevaré a mi casa allí es dónde os ensañaré, os quiero todos los días a las ocho allá no me gusta la impuntualidad, Spooch, tu tío te espera a esa hora debajo de la torre oeste de las ruinas, la distinguirás de las demás pues es la única que quedó en pie después de que Nastin atacara el castillo y tú Tatani podrás practicar con nosotros y quien sabe a lo mejor aumentan tus habilidades, aunque he oído que eres la más poderosa de las cuatro hijas de Albarna.
-Por supuesto por eso fue escogida por mi madre para luchar, creo que soy incluso más poderosa que ella.
-Pues no me extrañaría en absoluto, hay generaciones de hadas que nacen con muchos más poderes de los que esperan y creo que la gran mayoría pierden la vida haciendo magia por que no pueden controlarlos.
-Eso ha sucedido solamente dos veces desde que yo vivo, aunque creo que en la época de mi bisabuela sucedió bastante-respondió Tatani.
-Me estas asustando Tatani, no pensé que eso sucediera y no quiero que te pase a ti-dijo Berta.
-Tranquila Berta, se cuando debo parar eso es algo que la gran mayoría notamos, nos debilitamos.



viernes, 15 de febrero de 2013

4 Planes malvados


La dirección de Mark llamó la atención de un  hombre-lobo que se hallaba cazando cerca, esperó un instante a que éste estuviera lo bastante lejos  y entonces se acercó con sigilo a la ventana  de la cabaña para mirar el interior; al ver a los dos muchachos echó a correr en dirección al castillo para avisar a su Reina de lo que acababa de ver.
Corrió sin parar atravesando grandes arboledas y subió una pequeña cima hasta encontrarse a las puertas del castillo las cuales eran custodiadas por dos enormes minotauros, los cuales les cerraron el paso.

-La Reina no puede recibirte ahora está reunida, vuelve después-dijo uno de los guardas con su potente y estremecedora voz.
-Sólo decidle que necesito verla urgentemente porque es referente a la profecía.- le contestó.
-Espera un instante-respondió uno de los minotauros entrando al interior, cuando volvió dijo -puedes entrar, pero date prisa a su majestad no le gustan las interrupciones.

Traspasó la puerta que fue cerrada al instante por  los dos fuertes guardas y atravesó la gran sala en la que se hallaba que estaba repleta de estatuas de guerreros de todas las especies y tenía las paredes adornadas con retratos enormes de Reyes e imágenes de sangrientas batallas y una enorme vidriera en el techo que representaba un ángel de alas negras con un par de colmillos que le sobresalían del labio superior de los cuales goteaba gotas de un líquido plateado que sostenía entre sus manos una espada bañada en sangre por la cual traspasaba la luz solar. Muy decidido siguió al frente para dirigirse a otra enorme puerta que daba a la sala Real de reuniones, llamó a ésta dando dos fuertes golpes con sus grandes y peludos nudillos esperando una respuesta.

-Adelante- le dijo una voz femenina desde el otro lado de la puerta- más te vale que sea importante para interrumpir nuestra reunión, cuenta lo que tengas que decirme.
-He visto a dos muchachos en la cabaña del otro lado de la montaña majestad, eso quiere decir, que la profecía se ha cumplido; cosa que vos negabais que llegara a suceder.
-¿Estaban ellos dos solos?- le preguntó un centauro gris que se hallaba en la mesa junto a la Reina, un hombre-lobo y un minotauro.
-¿Por qué lo preguntáis?- le dijo el minotauro de su izquierda.
-¿Es que no sabéis que la profecía no sólo nombra a esos dos mocosos?, en ella se nombra a la princesa hada y a un elfo marcado con un león.-le dijo a su compañero.
-¿Y qué me respondes tú a eso, Yassiel?-dijo Nastin mirando al único de la sala que se hallaba en pie.
-Pues la verdad no lo sé yo sólo vi a los dos niños, aunque me parecía que hablaban con alguien que yo no veía.
-Pues ve a comprobarlo idiota, para saber si debo mandar al capitán reunir al ejército, corre y no vuelvas hasta asegurarte de lo que  has visto  y de lo que  están planeando.
-Lo que vos ordenéis mi Reina-le respondió haciendo una reverencia y dirigiéndose a la puerta para marcharse.

Nastin, se puso en pie y empezó a caminar de un lado a otro nerviosa pisándose su precioso vestido  azul marino y blasfemando en alto; estaba rabiosa, muy rabiosa y eso se le notaba en su blanca tez pues se estaba tornando roja.
Nastin, era una mujer alta con una gran melena morena que habitualmente llevaba recogida en un moño, siempre llevaba consigo un cetro de oro que le servía de varita mágica y solía ir escoltada por el único humano que vivía en Nurlon.

-¿Porqué no os relajáis, majestad?, esos dos mocosos no tienen nada que hacer frente a su gran poder ¿o no recuerda que fue vos quien venció a la Reina Rowena y se apoderó del trono?-le dijo el hombre-lobo.
-Tienes razón, debería de tranquilizarme pero quisiera saber si  mi “amiguita” estará al tanto del asunto, porque si de verdad gracias a esos enanos insolentes ella recupera todo su poder yo estoy perdida.
-¿A qué se refiere majestad?-dijo el minotauro.
-¡Que la dichosa niña que vivía en esa apestosa cabaña era una bruja y se dice que esos dos quizás podrían usar la magia también!-dijo alzando la voz.
-Pero seguramente no sabrán usarla a no ser que… no, no creo me dijeron que murió.-dijo el centauro.
-¡Dilo, es una orden!
-Pues que el anciano Henry podría enseñarles, ya sabe el fauno que era inseparable de esa niña, el que fue desterrado por ser el único de entre ellos con poderes mágicos
-¿Se sabe si sigue vivo?
-A mi me dijeron que le vieron guarecido en las ruinas del que era el castillo de Rowena-dijo el hombre-lobo.
-¿Tus fuentes son de confianza, Axel?-le dijo Nastin.
-Por supuesto majestad, yo estoy al tanto de casi  todo lo que sucede en Nurlon, tengo hombres vigilando por todo el reino.
-Pues entonces manda a alguien inmediatamente a que capture a ese viejo y me lo traiga para ocuparme personalmente de él.-dijo Nastin.
-A sus órdenes  majestad-le dijo Axel con una reverencia mientras se levantaba y se dirigía a la puerta para marcharse.
-Y tú…-dijo señalando al minotauro- ve preparando a todos tus hombres Prelom, tarde o temprano acabaremos luchando y no quiero que me pillen desprevenida. Se acabó la reunión.-dijo Nastin dirigiéndose a una pequeña puerta que se hallaba al fondo de la sala.

Nastin se encontraba débil, enfurecerse la debilitaba y por eso se dirigió a su biblioteca en la cual había todo tipo de pociones a parte de cerca de dos mil libros de hechicería y pociones, buscó en varias estanterías hasta que vio en un estante alto lo que estaba buscando, era una botellita con un líquido azul celeste, la señaló con su cetro e inmediatamente la botella voló desde el estante a su mano, la abrió y se bebió parte de su contenido y se guardó el resto en un pequeño bolsillo que tenía su vestido.
A continuación se dirigió a una habitación en la que se encontraba Larry que era el único que conseguía calmarla cuando se enfurecía; éste al verla se levantó del sillón en el que estaba sentado y besó su mano, Nastin le devolvió su muestra de afecto acariciándole su mejilla.
-¿Fue todo bien querida?-le preguntó Larry.
-Lo cierto es que no-le contestó mientas se sentaba en el sillón del que éste se había levantado-¿recuerdas la profecía?, pues parece que se cumplió y ya sabes lo que eso significa.
-Que pronto habrá una guerra.
-Exactamente querido.-dijo cogiendo la copa que éste le ofrecía.
 -¿Y vos estáis preparada para luchar?, hace años que no cogéis un arma.- dijo Larry.
-Deberías saber, que a mí no me hace falta arma ninguna, solamente con tener éste cetro entre mis manos soy invencible, nadie ha sido capaz de superar la magia que éste posee.