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sábado, 1 de junio de 2013

5 El maestro y los habitantes de Nurlon

Después de que Mark se hubiera marchado, Tatani y los demás dejaron a Berta terminar de vestirse; el hada seguía mirando con curiosidad las cosas que se encontraban en la cabaña, entró en la cocina que se hallaba al fondo y cogió una cereza que había en la encimera dispuesta a comérsela. Mientras tanto Anael había cogido el libro que Berta había dejado sobre el escritorio y leía la lista de hechizos mientras que Spooch jugaba con una pequeña bola de cristal.

-¿Spooch, quien es esa tal Amanda de la que tanto habláis?-le preguntó Anael apartando la vista del libro.
-Pues era una muchacha que vivió acá en Nurlon durante quince años hace aproximadamente un siglo que un día desapareció sin más.
-¿Y Berta es pariente suya?
-Seguramente Anael, si no, no hubiera encontrado la forma de llegar a Nurlon, ella apareció de la misma forma que Amanda.
-Además-añadió Tatani-vosotros sois los únicos humanos que aparecen en Nurlon desde que los pocos que habitaban aquí se fueran después de lo que sucedió.
-Ya, pero yo no soy pariente suyo y aquí estoy, ¿cómo explicas eso?-dijo Anael.
-Puede ser… que el libro de tu hermana sea uno de los que escribió su abuela y al abrirse el portal en el libro de Berta también se abriera uno en el de tu hermana, y tú te hallaras cerca en ese momento.-le respondió Tatani.
-Y ¿porqué yo?, ¿no podía ser mi hermana la que estuviera aquí?
-¿Qué edad tiene tu hermana?-preguntó Spooch.
-Tiene diecinueve.
-Las personas mayores de dieciséis años que no viven en Nurlon como vosotros, ya no pueden llegar acá.
-Ya estoy chicos, y ahora ¿qué hacemos?-dijo Berta desde la puerta del dormitorio.
-Pues yo creo que deberíamos ir a ver a Henry, es un gran mago que podía enseñaros porque estoy viendo que en esta lista pocos hechizos os serán de utilidad, él posee un gran poder.-dijo Tatani.
-Berta, ¿Qué parentesco tienes con Amanda?-le preguntó Anael a Berta curioso.
-Pues es mi abuela materna.
-¿Te había hablado anteriormente de éste lugar?
-Me leía cuentos toda las noches, cuentos escritos por ella los que siempre acaba con lagrimas en los ojos.
-Seguramente no eran cuentos Berta, serían historias de situaciones vividas por ella acá o historias que algún amigo suyo de los que aquí vivían-le dijo Spooch.
-Venga, dirijámonos a las ruinas, seguramente mi madre, Henry, Mark y los demás nos estarán esperando-dijo Tatani.

Salieron de la cabaña y se dirigieron hacia las ruinas que se encontraban situadas en la cima de una de las montañas más altas que por allí había; durante el trayecto los animales y demás habitantes del bosque miraban a los muchachos asombrados, cuchicheaban entre ellos y algunos les seguían al ver la dirección que llevaban.
Berta, Anael y Spooch llegaron agotados a la cima y nada más llegar buscaron un lugar en el cual descansar y al instante se fue formando un corrillo alrededor de ellos.

-¡No me lo puedo creer, es la muchacha de la que tanto hablaban mi bisabuela y mi abuela, la nombrada en la profecía, por fin dios escuchó mis oraciones!-dijo una joven elfo que se encontraba en la primera fila.
-Hijo, apártate de ellos inmediatamente, es una orden-dijo otra elfo que se hallaba en el fondo del grupo.
-Pero madre-contestó Spooch-mi deber es ayudarles, ya sabes lo que dice la profecía, soy el elegido.
-Me importa un pimiento lo que diga la profecía Spooch, no te voy a dejar luchar, eres demasiado joven para usar un arma.
-Cálmate Trixia-se oyó decir desde lo alto de una rama de un árbol cercano, Berta miró a quien había hablado, se trataba de un hada con una gran melena blanca que vestía un vestido color turquesa con una pequeña corona dorada en la cabeza, por lo que dedujo que debía de ser la Reina de las hadas- No puedes hacer nada contra el destino, tu hijo ha sido elegido para luchar por la libertad de Nurlon y deberías estar orgullosa por ello; yo lo estoy, mi hija representara a las hadas en esta batalla y sé que no me defraudará.
-Albarna tiene razón, Trixia, deberías de estar orgullosa y no estar discutiendo con los demás por algo escrito en el destino-dijo un castor que se encontraba al lado de la joven elfo.
-¿Tú acabas de hablar?-dijo Anael señalándolo asombrado.
-Pues sí, ¿es que nunca has visto un castor parlante?-le dijo.
-En nuestro mundo los animales no hablan; solo rugen, mugen, ladran…ya sabes-contestó Berta.
-Bueno princesa, ¿para cuándo las presentaciones?-se oyó decir a una voz ronca en el fondo.

Todo el mundo se giró, y se vio a quién acababa de hablar; era un anciano fauno que se sostenía en un bastón y tenía una larga barba gris que se dirigía al corro despacio mientras quienes lo formaban se apartaban para dejarle paso, caminó hasta hallarse a pocos metros de ellos y les miraba con una gran sonrisa en la cara.

-Hola Henry, como ves Amanda no se equivocaba y aquí tienes a los muchachos, ellos son Berta y Anael-le respondió Tatani.
-Tú eres su nieta ¿verdad?, eres igualita a ella solo que ella era morena y tu eres pelirroja. Y veo Spooch que estas cumpliendo lo dictado por el destino, pensé que ya te habrías cansado de esperar junto a la puerta de la cabaña de mi vieja amiga-le dijo Henry.
-Pues ya ves que no me cansé, y seguiría allí todo el tiempo que hiciera falta.- le contestó orgulloso.
-¿Encontrasteis las varitas?-les preguntó Henry.
-Sí, aquí las tenemos, pero no sabemos usarlas-respondió Anael alzándose del suelo.
-Y ¿qué te crees que Amanda sabía cómo usar la suya?, yo la enseñé, todo lo que sabía se lo enseñé yo, aunque debo decir que ella descubrió bastantes hechizos por su cuenta, era una buena alumna, espero que estéis a su nivel.-dijo el fauno.
-Le aseguramos de que lo estaremos.-dijo Berta.
-Bueno se acabó el espectáculo, aquí ya no hay nada que ver-dijo Henry.
-De eso nada, Henry, Spooch se viene conmigo lo quiera o no, no quiero que luché en la batalla, ya perdí a mi marido por culpa de esa bruja y no pienso perder a mi único hijo también.-dijo Trixia.
-Trixia, cariño, pensaba que ya habíamos hablado de esto tú y yo y que estabas de acuerdo en que tu hijo luchara-le dijo Henry,
-Lo estaba, pero he cambiado de opinión, yo no pensé que esa puñetera niña fuera a acertar en su predicción, además mi hijo no sabe usar un arma.
-Tu cuñado Setmon le enseñará, sabes que es un gran espadachín y se ha ofrecido voluntario a enseñarle.-le contestó.
-Vale, está bien, pero me tienes que prometer una cosa antes Henry.
-Lo que sea-le contestó.
-Que le protegerás con un hechizo para evitar que le pase algo.
-Madre… me estás sobreprotegiendo, otra vez, siempre igual ¿cuándo dejará de preocuparse tanto por mi? ya no soy ese niño al que tenía que vigilar constantemente porque se metía lo que estuviera a su alcance en la boca-añadió Spooch acercándose a su madre.
-Pero… es que me aterroriza pensar que te pueda suceder algo irremediable, no quiero perderte cariño, tu eres todo lo que me queda en este mundo, tu eres la razón por la vivo-le dijo sollozando.
-Le prometo que lucharé con todo el cuidado del mundo e intentare vengar la muerte de su esposo, mataré a Nastin con mis propias manos si hace falta.-le respondió Spooch mientas la acariciaba suavemente la mejilla.
-Confía en tu hijo Trixia, igual que yo confío en mi hija-dijo Albarna que se encontraba entre Berta y Anael.
-¿Me dais la palabra de que lucharéis cerca de él siempre que podáis?-les preguntó la elfo a los dos muchachos.
-¡Por supuesto que sí! somos un equipo, y en un equipo se ayudan y protegen unos a otros.-le respondió Berta.
-Puede confiar en nosotros.- añadió Anael.
-Entonces, me quedo tranquila, aunque rezare para que dios os proteja a todos. Enséñales bien Henry el destino de Nurlon está en sus manos-dijo mientras se daba la vuelta dispuesta a marcharse con lágrimas en los ojos.
-Bueno, seguidme os llevaré a mi casa allí es dónde os ensañaré, os quiero todos los días a las ocho allá no me gusta la impuntualidad, Spooch, tu tío te espera a esa hora debajo de la torre oeste de las ruinas, la distinguirás de las demás pues es la única que quedó en pie después de que Nastin atacara el castillo y tú Tatani podrás practicar con nosotros y quien sabe a lo mejor aumentan tus habilidades, aunque he oído que eres la más poderosa de las cuatro hijas de Albarna.
-Por supuesto por eso fue escogida por mi madre para luchar, creo que soy incluso más poderosa que ella.
-Pues no me extrañaría en absoluto, hay generaciones de hadas que nacen con muchos más poderes de los que esperan y creo que la gran mayoría pierden la vida haciendo magia por que no pueden controlarlos.
-Eso ha sucedido solamente dos veces desde que yo vivo, aunque creo que en la época de mi bisabuela sucedió bastante-respondió Tatani.
-Me estas asustando Tatani, no pensé que eso sucediera y no quiero que te pase a ti-dijo Berta.
-Tranquila Berta, se cuando debo parar eso es algo que la gran mayoría notamos, nos debilitamos.



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