Después de que Mark se
hubiera marchado, Tatani y los demás dejaron a Berta terminar de
vestirse; el hada seguía mirando con curiosidad las cosas que se
encontraban en la cabaña, entró en la cocina que se hallaba al
fondo y cogió una cereza que había en la encimera dispuesta a
comérsela. Mientras tanto Anael había cogido el libro que Berta
había dejado sobre el escritorio y leía la lista de hechizos
mientras que Spooch jugaba con una pequeña bola de cristal.
-¿Spooch, quien es esa
tal Amanda de la que tanto habláis?-le preguntó Anael apartando la
vista del libro.
-Pues era una muchacha que
vivió acá en Nurlon durante quince años hace aproximadamente un
siglo que un día desapareció sin más.
-¿Y Berta es pariente
suya?
-Seguramente Anael, si no,
no hubiera encontrado la forma de llegar a Nurlon, ella apareció de
la misma forma que Amanda.
-Además-añadió
Tatani-vosotros sois los únicos humanos que aparecen en Nurlon desde
que los pocos que habitaban aquí se fueran después de lo que
sucedió.
-Ya, pero yo no soy
pariente suyo y aquí estoy, ¿cómo explicas eso?-dijo Anael.
-Puede ser… que el libro
de tu hermana sea uno de los que escribió su abuela y al abrirse el
portal en el libro de Berta también se abriera uno en el de tu
hermana, y tú te hallaras cerca en ese momento.-le respondió
Tatani.
-Y ¿porqué yo?, ¿no
podía ser mi hermana la que estuviera aquí?
-¿Qué edad tiene tu
hermana?-preguntó Spooch.
-Tiene diecinueve.
-Las personas mayores de
dieciséis años que no viven en Nurlon como vosotros, ya no pueden
llegar acá.
-Ya estoy chicos, y ahora
¿qué hacemos?-dijo Berta desde la puerta del dormitorio.
-Pues yo creo que
deberíamos ir a ver a Henry, es un gran mago que podía enseñaros
porque estoy viendo que en esta lista pocos hechizos os serán de
utilidad, él posee un gran poder.-dijo Tatani.
-Berta, ¿Qué parentesco
tienes con Amanda?-le preguntó Anael a Berta curioso.
-Pues es mi abuela
materna.
-¿Te había hablado
anteriormente de éste lugar?
-Me leía cuentos toda las
noches, cuentos escritos por ella los que siempre acaba con lagrimas
en los ojos.
-Seguramente no eran
cuentos Berta, serían historias de situaciones vividas por ella acá
o historias que algún amigo suyo de los que aquí vivían-le dijo
Spooch.
-Venga, dirijámonos a las
ruinas, seguramente mi madre, Henry, Mark y los demás nos estarán
esperando-dijo Tatani.
Salieron de la cabaña y
se dirigieron hacia las ruinas que se encontraban situadas en la cima
de una de las montañas más altas que por allí había; durante el
trayecto los animales y demás habitantes del bosque miraban a los
muchachos asombrados, cuchicheaban entre ellos y algunos les seguían
al ver la dirección que llevaban.
Berta, Anael y
Spooch llegaron agotados a la cima y nada
más llegar buscaron un lugar en el cual descansar y al instante se
fue formando un corrillo alrededor de ellos.
-¡No me lo puedo creer,
es la muchacha de la que tanto hablaban mi bisabuela y mi abuela, la
nombrada en la profecía, por fin dios escuchó mis oraciones!-dijo
una joven elfo que se encontraba en la primera fila.
-Hijo, apártate de ellos
inmediatamente, es una orden-dijo otra elfo que se hallaba en el
fondo del grupo.
-Pero madre-contestó
Spooch-mi deber es ayudarles, ya sabes lo que dice la profecía, soy
el elegido.
-Me importa un pimiento lo
que diga la profecía Spooch, no te voy a dejar luchar, eres
demasiado joven para usar un arma.
-Cálmate Trixia-se oyó
decir desde lo alto de una rama de un árbol cercano, Berta miró a
quien había hablado, se trataba de un hada con una gran melena
blanca que vestía un vestido color turquesa con una pequeña corona
dorada en la cabeza, por lo que dedujo que debía de ser la Reina de
las hadas- No puedes hacer nada contra el destino, tu hijo ha sido
elegido para luchar por la libertad de Nurlon y deberías estar
orgullosa por ello; yo lo estoy, mi hija representara a las hadas en
esta batalla y sé que no me defraudará.
-Albarna tiene razón,
Trixia, deberías de estar orgullosa y no estar discutiendo con los
demás por algo escrito en el destino-dijo un castor que se
encontraba al lado de la joven elfo.
-¿Tú acabas de
hablar?-dijo Anael señalándolo asombrado.
-Pues sí, ¿es que nunca
has visto un castor parlante?-le dijo.
-En nuestro mundo los
animales no hablan; solo rugen, mugen, ladran…ya sabes-contestó
Berta.
-Bueno princesa, ¿para
cuándo las presentaciones?-se oyó decir a una voz ronca en el
fondo.
Todo el mundo se giró, y
se vio a quién acababa de hablar; era un anciano fauno que se
sostenía en un bastón y tenía una larga barba gris que se dirigía
al corro despacio mientras quienes lo formaban se apartaban para
dejarle paso, caminó hasta hallarse a pocos metros de ellos y les
miraba con una gran sonrisa en la cara.
-Hola Henry, como ves
Amanda no se equivocaba y aquí tienes a los muchachos, ellos son
Berta y Anael-le respondió Tatani.
-Tú eres su nieta
¿verdad?, eres igualita a ella solo que ella era morena y tu eres
pelirroja. Y veo Spooch que estas cumpliendo lo dictado por el
destino, pensé que ya te habrías cansado de esperar junto a la
puerta de la cabaña de mi vieja amiga-le dijo Henry.
-Pues ya ves que no me
cansé, y seguiría allí todo el tiempo que hiciera falta.- le
contestó orgulloso.
-¿Encontrasteis las
varitas?-les preguntó Henry.
-Sí, aquí las tenemos,
pero no sabemos usarlas-respondió Anael alzándose del suelo.
-Y ¿qué te crees que
Amanda sabía cómo usar la suya?, yo la enseñé, todo lo que sabía
se lo enseñé yo, aunque debo decir que ella descubrió bastantes
hechizos por su cuenta, era una buena alumna, espero que estéis a su
nivel.-dijo el fauno.
-Le aseguramos de que lo
estaremos.-dijo Berta.
-Bueno se acabó el
espectáculo, aquí ya no hay nada que ver-dijo Henry.
-De eso nada, Henry,
Spooch se viene conmigo lo quiera o no, no quiero que luché en la
batalla, ya perdí a mi marido por culpa de esa bruja y no pienso
perder a mi único hijo también.-dijo Trixia.
-Trixia, cariño, pensaba
que ya habíamos hablado de esto tú y yo y que estabas de acuerdo en
que tu hijo luchara-le dijo Henry,
-Lo estaba, pero he
cambiado de opinión, yo no pensé que esa puñetera niña fuera a
acertar en su predicción, además mi hijo no sabe usar un arma.
-Tu cuñado Setmon le
enseñará, sabes que es un gran espadachín y se ha ofrecido
voluntario a enseñarle.-le contestó.
-Vale, está bien, pero me
tienes que prometer una cosa antes Henry.
-Lo que sea-le contestó.
-Que le protegerás con un
hechizo para evitar que le pase algo.
-Madre… me estás
sobreprotegiendo, otra vez, siempre igual ¿cuándo dejará de
preocuparse tanto por mi? ya no soy ese niño al que tenía que
vigilar constantemente porque se metía lo que estuviera a su
alcance en la boca-añadió Spooch acercándose a su madre.
-Pero… es que me
aterroriza pensar que te pueda suceder algo irremediable, no quiero
perderte cariño, tu eres todo lo que me queda en este mundo, tu eres
la razón por la vivo-le dijo sollozando.
-Le prometo que lucharé
con todo el cuidado del mundo e intentare vengar la muerte de su
esposo, mataré a Nastin con mis propias manos si hace falta.-le
respondió Spooch mientas la acariciaba suavemente la mejilla.
-Confía en tu hijo
Trixia, igual que yo confío en mi hija-dijo Albarna que se
encontraba entre Berta y Anael.
-¿Me dais la palabra de
que lucharéis cerca de él siempre que podáis?-les preguntó la
elfo a los dos muchachos.
-¡Por supuesto que sí!
somos un equipo, y en un equipo se ayudan y protegen unos a otros.-le
respondió Berta.
-Puede confiar en
nosotros.- añadió Anael.
-Entonces, me quedo
tranquila, aunque rezare para que dios os proteja a todos. Enséñales
bien Henry el destino de Nurlon está en sus manos-dijo mientras se
daba la vuelta dispuesta a marcharse con lágrimas en los ojos.
-Bueno, seguidme os
llevaré a mi casa allí es dónde os ensañaré, os quiero todos los
días a las ocho allá no me gusta la impuntualidad, Spooch, tu tío
te espera a esa hora debajo de la torre oeste de las ruinas, la
distinguirás de las demás pues es la única que quedó en pie
después de que Nastin atacara el castillo y tú Tatani podrás
practicar con nosotros y quien sabe a lo mejor aumentan tus
habilidades, aunque he oído que eres la más poderosa de las cuatro
hijas de Albarna.
-Por supuesto por eso fue
escogida por mi madre para luchar, creo que soy incluso más poderosa
que ella.
-Pues no me extrañaría
en absoluto, hay generaciones de hadas que nacen con muchos más
poderes de los que esperan y creo que la gran mayoría pierden la
vida haciendo magia por que no pueden controlarlos.
-Eso ha sucedido solamente
dos veces desde que yo vivo, aunque creo que en la época de mi
bisabuela sucedió bastante-respondió Tatani.
-Me estas asustando
Tatani, no pensé que eso sucediera y no quiero que te pase a ti-dijo
Berta.
-Tranquila Berta, se
cuando debo parar eso es algo que la gran mayoría notamos, nos
debilitamos.
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