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lunes, 4 de junio de 2012

3 El descubrimiento.




Spooch, soy yo, traigo a la joven de la profecía-gritó Tatani, cosa que hizo que el elfo dejara de jugar con lo que tenía en las manos.
-Lo sabía, sabía que la profecía no mentía, pero parte de mis compadres no me creían, pero por fin tengo la prueba de que era cierta-dijo el elfo saltando de alegría.
-Bueno Tatani, ¿Qué se supone que hago yo en la cabaña de mi abuela? Si quieres que entre no puedo, no tengo la llave-dijo Berta.
-No te hace falta, si de verdad eres quien creemos, sólo acércate y olvídate del resto-dijo Spooch.

Berta se acercó a la puerta y extendió la mano hacia el pomo, mientras lo rozaba sentía como si tuviera mariposas en el estómago, logró abrir la puerta con muchísima más facilidad de la que se esperaba; al mismo tiempo que se abría la puerta se oyó un golpe sordo proveniente de una habitación próxima. Entraron corriendo y se dirigieron hacia la sala en la que se había oído el golpe y vieron rebotar s-obre el colchón de la cama a un niño de más o menos la edad de Berta.

-Fantástico ¿y ahora qué?, se supone que él no debe estar acá.-dijo Spooch mientras le señalaba con uno de sus esqueléticos dedos.
-Cálmate Spooch-le dijo Tatani-lo mismo la profecía si lo nombra.
-Hola yo soy Berta -le dijo-¿y tú cómo te llamas?
-Me…me lla…me llamo Anael-tartamudeó asustado el muchacho-¿don… dónde se supone que estoy?
-Estas en Nurlon jovencito, supongo que nunca habrás oído hablar de este lugar.-dijo Spooch enfurruñado.
-Pues la verdad es que me suena un poco, ¿eres un elfo? ¿Y tú un hada?-preguntó curioso Anael.
-Pues si.-respondieron ambos a la vez.
-Esto es tan sorprendente para ti como para mí –le dijo Berta- yo llevare aquí solamente cinco minutos, te presento, éstos son Tatani y Spooch-dijo mientras les señala a la vez que nombraba sus nombres.
-Te corrijo Berta, llevas dos horas aquí, te quedaste dormida al llegar ¿no lo recuerdas?-le dijo Tatani.
-Es cierto, si llevo aquí dos horas ¡mi prima estará preocupadísima!
-Tranquila, un año aquí equivale a un segundo de tu tiempo-le dijo Spooch.
-Me encanta este cuarto me recuerda al de mis padres-dijo Anael-¿puedo ver el resto?-les preguntó acercándose al pequeño armario del dormitorio.
-Claro que sí, yo no  he visto absolutamente nada, ha sido entrar por la puerta y oír como caías sobre el colchón.-le respondió Berta.

Volvieron a la sala; en la cual había una chimenea de piedra que en cuanto pasaron cerca de ella se encendió dando un susto a Berta y Anael, en el centro de ésta había una gran mesa de roble alargada con seis sillas cerca de una estantería repleta de libros  y al lado de una ventana vieron un escritorio  a juego con la pintura resquebrajada en el cuál había un tintero con su respectiva pluma y un libro a su lado derecho, en el cuál se tumbo Tatani mientras señalaba el título de éste “Mis visiones” y en letra más pequeña apenas visible a la vista había escrito “Ésta es mi profecía espero no fallar y salvar a Nurlon a tiempo, para evitar una gran catástrofe” .
Berta lo cogió con curiosidad, lo abrió y comenzó a leer en voz alta lo que éste decía:

Ya no me queda mucho tiempo más en este  maravilloso lugar, lo presiento.
Y seguramente  mis terribles visiones se hagan realidad. Por eso solo me queda la esperanza de que la única buena visión que he tenido se cumpla, aunque según Henry, si se va a cumplir.
En mi visión consta que una descendiente mía vendrá hasta acá y junto a un inesperado visitante, la princesa hada y un elfo con una marca en forma de león tendrán que luchar contra esa malvada mujer que aparece en mis visiones arrebatándole el trono a la Reina Rowena, para que Nurlon  pueda recuperar la normalidad.

-Debe de ser la profecía, y como veis nos nombra a los dos-dijo Berta cerrando el libro con un sonoro golpe.
-Es extraño, habla de una mujer y yo no  he visto a ninguna, solamente a vosotros tres-dijo Anael, mientras apartaba una silla y se sentaba.
-Te aseguro que la hay y es lo más malvado que puede existir sobre la faz de la tierra-le contesto Spooch mientras también se sentaba en una silla-si no, te aseguro que mi padre y mi tío seguirían vivos.
-¿De verdad tu eres una princesa, Tatani? ¿Y tú tienes esa marca que se nombra?-les preguntó Berta.
-Si es cierto, yo soy la hija menor de la Reina Albarna.
-Y yo-dijo Spooch desabrochándose el peto- Tengo en mi omoplato derecho el famoso león ¿Lo veis?

De repente vieron como aparecía una luz del libro que había dejado Berta en el escritorio mientras éste se abría lentamente; y en ésta fue apareciendo dos largos palos que Berta y Anael distinguieron como varitas mágicas; en cuánto ésta se apago cayeron al suelo, y Tatani se acercó a observarlas con curiosidad.

-Vale, si son lo que me imagino os vendrán bastante bien, el problema está en sí sabéis usarlas-les dijo intentando alzar una-Tendríamos que mirar en la estantería a ver si Amanda tenía algún libro de hechizos para poder utilizarlas.
-Claro que tenía y más de uno según mi tío abuelo; él era un gran amigo  suyo según me contó pero cuando yo nací ella ya había desaparecido-dijo Spooch desde la estantería-¿porqué no me ayudáis a buscarlo? esta estantería es enorme, está muy desordenada y yo soy muy pequeñito.

Anael y Berta recogieron las varitas del suelo y se dirigieron a la estantería en la que había muchos libros de cocina, de carpintería y alguno que otro como “Las mil y una noches” o “La vuelta al mundo en ochenta días”. Llevaban un rato buscando cuando, Anael se subió a una silla para intentar alcanzar un libro dorado de la parte superior.

-¡Mierda, no alcanzó! Seguramente es ese, se parece a uno que le vi el otro día a mi hermana mayor que está intentando aprender trucos de magia para el espectáculo de Fin de Curso de su instituto.
-¿A cuál te refieres?-le dijo Tatani.
-El dorado que está arriba a tu izquierda, intenta sacarlo por favor.
-¡Cuidado abajo, allá va!
-Idiota, me has dado en la cabeza.-gruñó Spooch frotándose la cabeza.
-He avisado si no te has apartado es cosa tuya.
-Bueno ya lo tenemos, ahora que-dijo Berta recogiendo el libro del suelo.
-Ábrelo, y lee lo primero que te llame la atención-le dijo Spooch.

Berta abrió el libro y después de pasar un par de páginas encontró un hechizo que según decía la letra de su abuela había sido descubierto por ella y parecía que  no era el único pues había una interminable lista de hechizos con su respectiva explicación.

-Que te parece, ¿intentamos éste Anael?
-Vale, tú primero.-le contestó.
-Los dos a la vez, ¿Te parece?
-De acuerdo.
-¡Levimus!-dijeron señalando a dos sillas, pero no pasó nada  en absoluto.
-Pero ¿Qué pasa?-Dijo Anael.
-Probad a cambiároslas.-Les dijo Tatani- en ocasiones es la varita la que escoge a su propietario y no al revés.

Anael y Berta la miraron sin entender ni una palabra de lo que acababa de decir pero lo hicieron y ésta vez sí funcionó.

-¡Ey, bájame de aquí no tiene ninguna gracia!- dijo Spooch agarrándose con fuerza a la silla en la que estaba sentado pues se hallaba a varios metros de altura.
-Lo siento, he sido yo-dijo Anael
-Vale éste está bastante bien pero no creo que os sirva de mucho en una guerra-les dijo el hada.
-Estoy de acuerdo pero por favor  buscar el contra hechizo para bajarme de aquí-dijo Spooch asustado desde la silla.
-No hace falta aquí dice que sólo hay que girar la mano bruscamente hacia la derecha tirando hacia ti-dijo Berta haciéndolo; y la otra silla que se hallaba en alto al lado de la que se encontraba Spooch cayó al suelo con un golpe sordo.
- Vale hazlo de una vez Anael, tengo miedo a las alturas.

Anael repitió los movimientos que había vista hacer a Berta y enseguida la silla  cayó al suelo y Spooch se golpeó nuevamente en la cabeza.

-¿Qué pasa es que no os gusta mi preciada cabeza?-dijo tocándosela.
-Lo sentimos, parece ser que hoy no es tu día de suerte Spooch-le dijo Tatani.
- No es por molestar Tatani, pero ¿te importa si miro en el armario de mi abuela?, me gustaría cambiarme me acabo de acordar de que estoy en pijama.
-En absoluto, además ésta casa es más tuya que nuestra.-le respondió.

Se dirigió al dormitorio, cerró la puerta y abrió el armario para buscar algo decente y que le gustara para ponerse. En el interior del armario había blusas de todos los colores, faldas y pantalones  largos y cortos  y un incontable número de  pares de zapatos… lo revolvió  todo una y otra vez mientras decidía que ponerse; al final cogió una blusa blanca con flores bordadas a mano en las mangas, un pantalón negro largo de corte recto y unos botines oscuros. Se dirigió a la cama a quitarse el pijama y se dispuso a vestirse, se giró hacia la ventana y vio un perfil masculino gigantesco, asustada Berta gritó, lo que hizo que Anael y el resto entraran despavoridos a la habitación. Anael al ver aquella cara gigantesca se asustó tanto que echó a correr hacia la sala, pero Spooch se dirigió decidido a la ventana la  abrió y pidió al gigante que se dirigiera a las ruinas que se hallaban en lo alto de la colina situada al Este de dónde se encontraban.

-Podéis tranquilizaros ese es Mark, el único gigante que pareció entender que los buenos somos nosotros y no esa mujer a la que llaman Reina.-dijo Spooch cerrando la ventana.
-¿Ya se fue?-preguntó Anael asomándose poco a poco desde la sala-Me podíais a ver dicho que aquí habitaban gigantes.

sábado, 10 de marzo de 2012

2 Una ventana hacia un mundo mágico

Después de la improvisada cena que su prima preparó (huevos fritos, salchichas y beicon) subió al cuarto de baño a cepillarse los dientes y después a su habitación a acostarse pues había decidido que sería mejor duchar a su perro  por la mañana que estaría más despejada pero de repente, al atravesar la puerta de ésta, se encontró deslumbrada por una potente luz que procedía del libro que estaba en su cama desde la pasada noche, se acercó para mirarlo de cerca pero entonces, se sintió  absorbida  por la brillante luz azul; vio como bajaba por ella, cayó en medio de un bosque de sauces llorones machitos casi en su totalidad en el que había un gran río y un par de kilómetros al frente se veían unas enormes montañas con un castillo un tanto tenebroso entre ellas, cuando sintió como que una poderosa fuerza la obligaba a tumbarse sobre la hierba  y echarse a dormir, decidió hacerlo.
Pasaron un par de horas y Berta ni se enteró, ella sólo se daba cuenta de que dormía plácidamente sobre algo cómodo y no tenía necesidad de despertarse, era como si esa fuerza fuera más fuerte que ella hasta que de pronto, un pequeño ser empezó a tocarla y la despertó.

-¡Que sueño! ¡Ahhh!, ¿Qué eres tú y dónde estoy? dijo mirando confusa a su alrededor y apartándose asustada del pequeño ser.
-Hola-dijo el ser-bienvenida a Nurlon, soy Tatani, el hada más joven que vive acá.
-¿Un hada?; eso es imposible las hadas no existen; aunque me parece que te he visto anteriormente en otro lugar-le dijo esto pero no muy convencida mientras la miraba detenidamente; ella sólo quería averiguar donde la había visto antes-Ya sé; tú eres el hada que vi anoche en el libro que me encontré en mi cuarto.
-¡Aja!, por eso hace un rato sentía que me observaban-le contestó Tatani a Berta
- Es todo muy bonito pero quisiera poder volver a mi casa-gritó enloquecida, tú haces magia ¿no?, pues hazme volver no quiero estar aquí.
-Lo siento niña, pero el portal por el que entraste se cerró y no sé cuando se volverá a abrir y ningún tipo de magia logrará hacer que se habrá.
-Estupendo, maravilloso-dijo sentando enojada sobre la hierba.
-Sólo hay una manera de que puedas volver a tu casa.-añadió Tatani-y es que luches contra Nastin, pues tú eres ese ser humano que según dice la profecía salvara Nurlon de su oscuro reinado.
-No, eso no puede ser, debe de ser un error; ¿cómo una niña de once años va a salvar algo? ¿Y quién es Nastin?-añadió alarmada.
-Es una malvada bruja que tiene a Nurlon dividido en dos partes; por un lado los minotauros, gigantes “excepto uno”, la mitad de la población de centauros, cíclopes, hombres-lobo y trolls;  y en la otra vivimos nosotras las hadas, los elfos, cerca de quinientos centauros, faunos, unicornios, enanos y los animales del bosque.
-Genial, tanto bicho suelto me recuerda a los cuentos de mi abuela Amanda.
-¿As dicho, Amanda?-le preguntó Tatani sorprendida.
-Sí, ¿por?
-Por una muchacha que vivió aquí hace cerca de cien años que se llamaba exactamente igual, por cierto, ¿quieres que te enseñe todo esto?, es precioso pero la verdad es que antes lo era mucho más ¡maldita sea la hora en que llegó Nastin!
-Pues, si no me queda otro remedio, venga si, muéstramelo.-se resigno Berta.

Tatani la llevó cerca del río, donde vio más árboles juntos como nunca visto en su vida, pero la mayoría estaban más muertos que vivos y eso entristeció a Berta pues a ella le encantaba la naturaleza, de hecho cada vez que su padre tenía tiempo libre se iban a una casa rural que se hallaba a solo unos kilómetros de casa, después la llevó a un lugar donde se reunían las hadas que al verla huyeron despavoridas y lo mismo le sucedió cuando la llevó a dónde se encontraban los elfos; todos al verla huían.
Vieron a lo lejos un par de unicornios -era la cosa más hermosa que Berta había visto en su vida-, eran de un blanco brillante con tonos azulados y el cuerno de la mayoría era dorado; los más pequeños la miraban con curiosidad y lentamente se acercaban a ella, algunos adultos impedían a sus crías que se le acercarán pero sin embargo otros los empujaban incitándoles a acercársele y en un instante se vio rodeado por cerca de seis unicornios que la olfateaban curiosos; Berta extendió la mano para acariciar a uno de éstos que al principio se asustó pero después parecía que no quería que dejara de acariciarle; el pelaje de éste era tan suave que era como si tocara seda o algo millones de veces más suave; de hecho Berta nunca en su vida había acariciado nada similar.

-Ya te acostumbrarás a tenerlos siempre alrededor tuya no hay cosa en el mundo más cariñosa y empalagosa que ellos, es el único animal dócil que encontrarás aquí y que vive apartado de los demás nunca lo verás con nosotras las hadas, con los elfos o cualquier otro ser viviente que no sea de su especie excepto con los humanos, parece que les inspiráis confianza, por cierto se me olvidaba  te mostrare dónde vivía tu abuela, sígueme.
-As dicho humanos, ¿es que acá vive alguno aparte de Nastin?
-Vivían, hasta que Nastin nos atacó y los que no murieron luchando contra ella y sus aliados huyeron hacia una isla que hay a pocos kilómetros de aquí.

Berta, un tanto sorprendida por  todo lo que acababa de ver, lo último que acababa de vivir, y lo que acababa de descubrir  acerca de los humanos que ella no pensaba que allí hubiera, siguió a Tatani por el bosque a través de un prado tan marchito que había perdido casi totalmente su verde natural lleno de manzanos con la fruta podrida o sin hojas y el único rio cercano no llevaba ni la mitad de su caudal normal pues Nastin había hecho un hechizo para que eso sucediera y había pedazos de río en que el agua no era cristalina si no verdosa y contenía gran cantidad de peces muertos , y se fijó que los animales que por allí estaban preferían beber el rocío de las flores o el agua de los escasos charcos que había; caminaron durante un largo rato sin descanso   hasta que vio a lo lejos una pequeña cabaña de madera con aspecto ruinoso; en el camino de entrada, apoyado en la puerta, le pareció ver un pequeño ser de grandes orejas puntiagudas y una enorme nariz alargada, que vestía un peto vaquero deshilachado que jugaba con algo entre sus manos, algo que brillaba con la luz del sol y tenía un pequeño botijo de cristal en su lado izquierdo que contenía una bebida de color naranja pastel y en su otro lado había lo que parecía ser un montón de sábanas y mantas lo que significaba que vivía por allí cerca o simplemente le gustaba dormir al aire libre.
Al irse acercando Berta varias flores que parecían estar muertas empezaron a abrirse y la hierba iba recuperando su color; cosa que extrañó tanto a Berta como a Tatani.

-Esto sí que es extraño, solamente sucede cuando quien pisa ésta hierba es de corazón noble o posee poderes mágicos.
-Pues yo que yo sepa no poseo ninguna de las dos cosas, solamente soy una chica normal y corriente con una vida mediocre que sale a pasear todos los días con su perro.
-Posiblemente tengas algo especial dentro de ti que todavía no ha salido porque no ha visto el momento oportuno; bueno acerquémonos creo que en su interior hay algo que te interesaría ver -dijo Tatani.
-Tatani, ¿veré alguna vez a un humano por aquí?, ¿O de verdad sienten tanto miedo que no se atreven a volver?
-No creo que llegues a ver  a ninguno, pero si quieres podemos decirle a alguno de los enanos, que nos lleve hasta la isla, aunque ellos no poseen una relación bastante buena con los humanos por culpa de sus ideales religiosos, pero supongo que alguna excepción habrá.
-Y ¿Quién reinaba en Nurlon antes de que llegara Nastin?
-Pues la mujer más maravillosa que ha existido jamás, la Reina Rowena; el único defecto que posee es que es muy pacífica.