Spooch, soy yo, traigo a la
joven de la profecía-gritó Tatani, cosa que hizo que el elfo dejara de jugar
con lo que tenía en las manos.
-Lo sabía, sabía que la profecía
no mentía, pero parte de mis compadres no me creían, pero por fin tengo la
prueba de que era cierta-dijo el elfo saltando de alegría.
-Bueno Tatani, ¿Qué se supone
que hago yo en la cabaña de mi abuela? Si quieres que entre no puedo, no tengo
la llave-dijo Berta.
-No te hace falta, si de verdad
eres quien creemos, sólo acércate y olvídate del resto-dijo Spooch.
Berta se acercó a la puerta y
extendió la mano hacia el pomo, mientras lo rozaba sentía como si tuviera
mariposas en el estómago, logró abrir la puerta con muchísima más facilidad de
la que se esperaba; al mismo tiempo que se abría la puerta se oyó un golpe sordo
proveniente de una habitación próxima. Entraron corriendo y se dirigieron hacia
la sala en la que se había oído el golpe y vieron rebotar s-obre el colchón de
la cama a un niño de más o menos la edad de Berta.
-Fantástico ¿y ahora qué?, se
supone que él no debe estar acá.-dijo Spooch mientras le señalaba con uno de
sus esqueléticos dedos.
-Cálmate Spooch-le dijo
Tatani-lo mismo la profecía si lo nombra.
-Hola yo soy Berta -le dijo-¿y
tú cómo te llamas?
-Me…me lla…me llamo Anael-tartamudeó
asustado el muchacho-¿don… dónde se supone que estoy?
-Estas en Nurlon jovencito,
supongo que nunca habrás oído hablar de este lugar.-dijo Spooch enfurruñado.
-Pues la verdad es que me suena
un poco, ¿eres un elfo? ¿Y tú un hada?-preguntó curioso Anael.
-Pues si.-respondieron ambos a la
vez.
-Esto es tan sorprendente para ti
como para mí –le dijo Berta- yo llevare aquí solamente cinco minutos, te
presento, éstos son Tatani y Spooch-dijo mientras les señala a la vez que
nombraba sus nombres.
-Te corrijo Berta, llevas dos
horas aquí, te quedaste dormida al llegar ¿no lo recuerdas?-le dijo Tatani.
-Es cierto, si llevo aquí dos
horas ¡mi prima estará preocupadísima!
-Tranquila, un año aquí equivale
a un segundo de tu tiempo-le dijo Spooch.
-Me encanta este cuarto me
recuerda al de mis padres-dijo Anael-¿puedo ver el resto?-les preguntó
acercándose al pequeño armario del dormitorio.
-Claro que sí, yo no he visto absolutamente nada, ha sido entrar
por la puerta y oír como caías sobre el colchón.-le respondió Berta.
Volvieron a la sala; en la cual
había una chimenea de piedra que en cuanto pasaron cerca de ella se encendió
dando un susto a Berta y Anael, en el centro de ésta había una gran mesa de
roble alargada con seis sillas cerca de una estantería repleta de libros y al lado de una ventana vieron un escritorio a juego con la pintura resquebrajada en el
cuál había un tintero con su respectiva pluma y un libro a su lado derecho, en
el cuál se tumbo Tatani mientras señalaba el título de éste “Mis visiones” y en
letra más pequeña apenas visible a la vista había escrito “Ésta es mi profecía
espero no fallar y salvar a Nurlon a tiempo, para evitar una gran catástrofe” .
Berta lo cogió con curiosidad, lo
abrió y comenzó a leer en voz alta lo que éste decía:
Ya no me queda mucho
tiempo más en este maravilloso lugar, lo
presiento.
Y seguramente mis terribles visiones se hagan realidad. Por
eso solo me queda la esperanza de que la única buena visión que he tenido se
cumpla, aunque según Henry, si se va a cumplir.
En mi visión consta
que una descendiente mía vendrá hasta acá y junto a un inesperado visitante, la
princesa hada y un elfo con una marca en forma de león tendrán que luchar
contra esa malvada mujer que aparece en mis visiones arrebatándole el trono a
la Reina Rowena, para que Nurlon pueda
recuperar la normalidad.
-Debe de ser la profecía, y como
veis nos nombra a los dos-dijo Berta cerrando el libro con un sonoro golpe.
-Es extraño, habla de una mujer y
yo no he visto a ninguna, solamente a
vosotros tres-dijo Anael, mientras apartaba una silla y se sentaba.
-Te aseguro que la hay y es lo
más malvado que puede existir sobre la faz de la tierra-le contesto Spooch
mientras también se sentaba en una silla-si no, te aseguro que mi padre y mi
tío seguirían vivos.
-¿De verdad tu eres una princesa,
Tatani? ¿Y tú tienes esa marca que se nombra?-les preguntó Berta.
-Si es cierto, yo soy la hija
menor de la Reina Albarna.
-Y yo-dijo Spooch desabrochándose
el peto- Tengo en mi omoplato derecho el famoso león ¿Lo veis?
De repente vieron como aparecía
una luz del libro que había dejado Berta en el escritorio mientras éste se abría
lentamente; y en ésta fue apareciendo dos largos palos que Berta y Anael
distinguieron como varitas mágicas; en cuánto ésta se apago cayeron al suelo, y
Tatani se acercó a observarlas con curiosidad.
-Vale, si son lo que me imagino
os vendrán bastante bien, el problema está en sí sabéis usarlas-les dijo
intentando alzar una-Tendríamos que mirar en la estantería a ver si Amanda
tenía algún libro de hechizos para poder utilizarlas.
-Claro que tenía y más de uno
según mi tío abuelo; él era un gran amigo suyo según me contó pero cuando yo nací ella
ya había desaparecido-dijo Spooch desde la estantería-¿porqué no me ayudáis a
buscarlo? esta estantería es enorme, está muy desordenada y yo soy muy
pequeñito.
Anael y Berta recogieron las
varitas del suelo y se dirigieron a la estantería en la que había muchos libros
de cocina, de carpintería y alguno que otro como “Las mil y una noches” o “La vuelta
al mundo en ochenta días”. Llevaban un rato buscando cuando, Anael se subió a
una silla para intentar alcanzar un libro dorado de la parte superior.
-¡Mierda, no alcanzó! Seguramente
es ese, se parece a uno que le vi el otro día a mi hermana mayor que está
intentando aprender trucos de magia para el espectáculo de Fin de Curso de su
instituto.
-¿A cuál te refieres?-le dijo
Tatani.
-El dorado que está arriba a tu
izquierda, intenta sacarlo por favor.
-¡Cuidado
abajo, allá va!
-Idiota, me has dado en la
cabeza.-gruñó Spooch frotándose la cabeza.
-He avisado si no te has apartado
es cosa tuya.
-Bueno ya lo tenemos, ahora
que-dijo Berta recogiendo el libro del suelo.
-Ábrelo, y lee lo primero que te
llame la atención-le dijo Spooch.
Berta abrió el libro y después de
pasar un par de páginas encontró un hechizo que según decía la letra de su
abuela había sido descubierto por ella y parecía que no era el único pues había una interminable
lista de hechizos con su respectiva explicación.
-Que te parece, ¿intentamos éste
Anael?
-Vale, tú primero.-le contestó.
-Los dos a la vez, ¿Te parece?
-De acuerdo.
-¡Levimus!-dijeron señalando a
dos sillas, pero no pasó nada en
absoluto.
-Pero ¿Qué pasa?-Dijo Anael.
-Probad a cambiároslas.-Les dijo
Tatani- en ocasiones es la varita la que escoge a su propietario y no al revés.
Anael y Berta la miraron sin
entender ni una palabra de lo que acababa de decir pero lo hicieron y ésta vez
sí funcionó.
-¡Ey, bájame de aquí no tiene
ninguna gracia!- dijo Spooch agarrándose con fuerza a la silla en la que estaba
sentado pues se hallaba a varios metros de altura.
-Lo siento, he sido yo-dijo Anael
-Vale
éste está bastante bien pero no creo que os sirva de mucho en una guerra-les
dijo el hada.
-Estoy de
acuerdo pero por favor buscar el contra
hechizo para bajarme de aquí-dijo Spooch asustado desde la silla.
-No hace
falta aquí dice que sólo hay que girar la mano bruscamente hacia la derecha
tirando hacia ti-dijo Berta haciéndolo; y la otra silla que se hallaba en alto
al lado de la que se encontraba Spooch cayó al suelo con un golpe sordo.
- Vale
hazlo de una vez Anael, tengo miedo a las alturas.
Anael
repitió los movimientos que había vista hacer a Berta y enseguida la silla cayó al suelo y Spooch se golpeó nuevamente
en la cabeza.
-¿Qué
pasa es que no os gusta mi preciada cabeza?-dijo tocándosela.
-Lo
sentimos, parece ser que hoy no es tu día de suerte Spooch-le dijo Tatani.
- No es
por molestar Tatani, pero ¿te importa si miro en el armario de mi abuela?, me
gustaría cambiarme me acabo de acordar de que estoy en pijama.
-En
absoluto, además ésta casa es más tuya que nuestra.-le respondió.
Se
dirigió al dormitorio, cerró la puerta y abrió el armario para buscar algo
decente y que le gustara para ponerse. En el interior del armario había blusas
de todos los colores, faldas y pantalones
largos y cortos y un incontable
número de pares de zapatos… lo revolvió todo una y otra vez mientras decidía que
ponerse; al final cogió una blusa blanca con flores bordadas a mano en las
mangas, un pantalón negro largo de corte recto y unos botines oscuros. Se
dirigió a la cama a quitarse el pijama y se dispuso a vestirse, se giró hacia
la ventana y vio un perfil masculino gigantesco, asustada Berta gritó, lo que
hizo que Anael y el resto entraran despavoridos a la habitación. Anael al ver
aquella cara gigantesca se asustó tanto que echó a correr hacia la sala, pero
Spooch se dirigió decidido a la ventana la
abrió y pidió al gigante que se dirigiera a las ruinas que se hallaban
en lo alto de la colina situada al Este de dónde se encontraban.
-Podéis
tranquilizaros ese es Mark, el único gigante que pareció entender que los
buenos somos nosotros y no esa mujer a la que llaman Reina.-dijo Spooch
cerrando la ventana.
-¿Ya se
fue?-preguntó Anael asomándose poco a poco desde la sala-Me podíais a ver dicho
que aquí habitaban gigantes.
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