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viernes, 30 de mayo de 2014

8 El rescate, ¿o no?

¡Ey! ¿Qué ha sucedido?- dijo Spooch que apareció corriendo entre la multitud.
-¡Atención!-dijo Anael desde una roca-¡necesitamos, a todo el mundo que sepa luchar!
-Pero ¿queréis contarnos de una vez que narices sucede?-les dijo el elfo con muchísimo nerviosismo.
-Un momento, Spooch en seguida te lo contamos a ti y todos los demás, sólo necesitamos que haya silencio- le respondió Berta mientras se subía a la roca en la que se encontraba el muchacho-¡Silencio por favor!
-Cállense, por el amor hermoso-dijo el elfo sacando un cuerno de un bolso y soplando por él, el agudo sonido hizo que el alboroto se fuera silenciando hasta que todo quedó en silencio-ya podéis hablar, hay veces que hay que tomas drásticas soluciones para obtener lo que uno quiere.
-¡Escuchen con atención, por favor!-dijo Berta.
-Varios vasallos de Nastin, atacaron hace escasos minutos y secuestraron a Henry, y le necesitamos para poder aprender la magia que usaremos para vencer a esa bruja a la ellos llaman su Reina.-dijo Anael.
-¿Y tu como sabes eso?-dijo un enano que se encontraba a metros de la roca.
-Pues, porque yo estaba con él y vi cómo se lo llevaban, a mi no me cogieron porque me hallaba en otra sala que ellos creían vacía y por suerte no se les ocurrió mirar dentro.
-¡Dios mío!, esto va empeorando cada vez.-Hace un momento varios minotauros intentaron secuestrarme, pero no esperaban que todo mi poblado les atacaran con todas las armas disponibles.-dijo Spooch.
-¿Cuánto hace de eso?-preguntó un hada que acababa de llegar-porque a nosotras también nos han atacado hace escasos minutos.
-¡Madre de dios!, esta mujer no ha tenido bastante con intentar echarnos de nuestro hogar, que ahora nos ataca e intenta matarnos.-dijo una liebre cercana.
-Ya nos ocuparemos de eso cuando luchemos contra ella, ahora necesitamos trazar un plan para ir a rescatar a Henry-dijo Berta.
-Creo que lo más apropiado es que mandemos a Mark a rescatarle, la mayoría de los que están ahora mismo en el castillo le sienten pavor-dijo Dudley.
-¿Y qué pasa con el resto de los gigantes? ¿No estaban los gigantes con Nastin?-dijo Anael desde la roca.
-Nosotros los vimos marcharse el otro día hacia una de las islas del archipiélago que está suroeste, aunque yo diría que es la misma en la que se halla ahora mismo la reina Rowena.-dijo un enano que se encontraba entre la multitud.
-Entonces, no lo tendrá difícil-dijo Berta
-Pero, ¿Se puede saber dónde se encuentra ahora mismo?-dijo Anael- Tendría que estar acá como los demás.
-Está durmiendo en su guarida, cuando el duerme lo hace muy profundamente y cuesta muchísimo despertarle- dijo Tatani que apareció de repente con el pelo alborotado y su ropa ligeramente destrozada de entre los árboles rodeada de un gran número de hadas en la mismas circunstancias.
-¡Genial! ¿Y alguien conoce alguna manera de hacerlo?-dijo Anael.
-Quizás, si vais vosotros, vuestro olor le despierte, el ha convivido mucho tiempo con los humanos y el olor es algo que a él le hace reaccionar, se despertará asustado así que tened cuidado es posible que os intente atacar- dijo un enano que se encontraba cerca de ellos.
-Yo os escoltaré durante el trayecto-dijo un joven fauno rubio-pues dirigirse hacia allí ahora mismo es bastante peligroso.
-Gracias, pero como no te sepas tu el camino nosotros no sabemos cómo llegar allá-dijo Berta.
-Claro, todos o casi todos los aquí presentes sabemos dónde está su guarida.
-Entonces, no perdamos más tiempo y pongámonos en camino-dijo Anael mientras bajaba de un salto de la roca.

Berta le imitó y se adelantaron un par de pasos, el fauno les guió en dirección al oeste cerca del río donde tras pasar entre unos matorrales altos se empezaron a oír unos agudos ronquidos, encontraron una cueva con pinturas prehistóricas y en su interior a un par de metros estaba Fred roncando sonoramente. Anael y Berta se miraron asustados y no se atrevían a entrar hasta que al final Berta decidida se acercó a Fed y le habló lo más cerca posible de su oído, no sucedió nada, pero después de unos segundos Fred la olfateó, abrió sus enormes ojos, chilló asustado e intentó ponerse en pie pero en cambio se dio un coscorrón haciendo que cayeran piedras del techo de la cueva. Berta corrió al exterior para reunirse con Anael y el fauno que se apartaban mientras Fred se arrastraba y salía al exterior.

-¿Qué hacéis aquí?-decía mientras bostezaba-¿no estabais con Henry?
-Henry a sido secuestrado por los secuaces de Nastin y te necesitamos para que vayas a rescatarle pues a ti te temen-dijo Anael.
-Imposible, no soy el único gigante que se encuentra en este lugar,y recordad también que soy el único en vuestro bando, al verme el resto de gigantes me atacarán-dijo Mark bostezando.
-No lo creo,se fueron hacía la isla en la que está la Reina Rowena.-dijo Berta.
-Eso no es una buena noticia, eso quiere decir que posiblemente la ataquen-dijo Mark.
-Bueno creo que no deberíamos preocuparnos por eso la reina posee un ejército enorme-dijo el fauno.
-Venga Mark, tienes que ayudarnos, tienes que rescatar a Henry mientras nosotros nos preparamos para cuando nos ataquen-dijo Anael.
-Está bien iros a reuniros con los demás, si no vuelvo en dos horas no os lo penséis dos veces y atacad.
-De acuerdo,buena suerte grandullón-dijo el fauno mientras se daba la vuelta y se alejaba-venga chicos tenemos que ir con el resto.
-Ve con cuidado Mark-le dijo Berta abrazando su enorme pierna.
-Si y cuida tus espaldas- dijo Anael.

Se alejaron rehaciendo el camino y Mark se encaminó en dirección opuesta hacia una cascada cercana para darse una ducha y después ir al castillo,
mientras hacían esto Berta sintió como que la observaban desde un punto alto, giró la cabeza y vio un halcón que les miraba atentamente desde una rama alta de un árbol cercano que después de cruzar su mirada con ella echó a volar,al no haber visto ninguno anteriormente Berta se lo dijo al fauno.

-Eso es una mala señal, solamente se ve un halcón por acá, y es propiedad de Nastin, ahora volará dirección al castillo-dijo el fauno- ahora si que tenemos que darnos prisa,cuanto antes lleguemos, antes podremos salir a luchar-y aceleró tanto el paso que los dos muchachos se quedaban atrás.
-Oye, no corras tanto, no somos capaces de seguir tu paso-dijo Anael.
-Dinos, ¿sucede algo?-dijo Berta.
-Sí, ese como ya os he dicho antes-contestó señalando al cielo estrellado- es el halcón de Nastin se dirigirá al castillo y le comunicará de alguna manera que desconocemos que os ha visto acá hablando con el grandullón y mandará a alguien a atacarnos.
-¿Cómo que desconocéis la manera en que se lo comunicará?¿Es que ella no entiende a los animales como nosotros?-preguntó extrañado Anael.
-No, ella no posee ese don, creemos que es la única humana sin él, pero sin embargo fue la única capaz de invocar al ángel oscuro haciendo que llegaran a Nurlon los trolls, hombres-lobo y cíclopes.

Entonces sin pensárselo dos veces los muchachos aceleraron el paso y volvieron con el grupo que habían dejado atrás que se había dispersado y sólo quedaba en el lugar algunos enanos, faunos, centauros, algún que otro animalillo, Spooch y Tatani que al verles volver se dirigieron hacia ellos mientras Spooch les entregaba unas pequeñas botellas que contenían un líquido espumoso unos pedazos de pan y de carne ahumada.
-Tomad, no habéis comido nada todavía-dijo el elfo mientras les entregaba la comida-después del ataque pude salvar lo poco que no nos robaron.
-Gracias-dijeron Berta y Anael a la vez. Anael se llevó rápidamente la carne a la boca mientras la devoraba ansiosamente y los demás le miraban con cara sorprendida.
-Que pasa, llevo mucho tiempo sin comer,tú abras comido en la cabaña yo no, además mi madre se ha empeñado en ponerme a dieta.-les dijo Anael.
-Bueno, ¿que os ha dicho Mark?-preguntó Tatani.
-Pues, se dirige ahora mismo hacia allá-dijo Berta mientras olisqueaba la carne.

Mientras tanto nuestro amigo Mark armado con un par de garrotes se dirigía con paso firme al castillo, que seguía protegido por los dos enormes minotauros que chillaron e hicieron salir del interior del castillo cerca quince diferentes criaturas armadas con todo tipo de armas, comenzaron atacarle cosa que resultó inútil pues Mark los noqueaba con un sólo golpe de uno de sus garrotes o les hacía volar por los airea al darles un gran manotazo.
Nastin al notar tanto ajetreo en su castillo preguntó que era lo que sucedía y en cuanto se lo dijeron dejó a un lado la poción que estaba preparando para salir decidida con su cetro a enfrentarse a él, pero Mark ya había destrozado el ala izquierda del castillo y se hallaba a escasamente un par de metros de una celda en cuyo interior se encontraba encadenado Henry que sangraba por la boca, tenía un ojo hinchado y tenía cortes y quemaduras alrededor de todo el cuerpo y cerca de él había una mesita metálica que tenía botellas con líquidos de colores oscuros que desprendían humos que en ocasiones cambiaban de color.

-¡Tú gigante estúpido sal de aquí inmediatamente!-gritó Nastin mientras señalaba con su cetro al brazo con el cuál Fred se disponía a romper la puerta de la celda, el cuál quedó inmovilizado en el aire impidiendo el golpe.
Mark giró la cabeza mirando directamente a la mujer a los ojos mientras soltaba un gran grito y varios de sus secuaces aprovecharon la distracción para lanzar por encima suya unas flechas con cuerdas atadas lo que hizo que Mark quedase prácticamente inmovilizado.
-Bruja asquerosa haz que me suelten de inmediato.-gritó enfurecido Mark
-Ni lo sueñes gigante, esta vez ni tú ni nadie impedirá que me haga con el trono de Nurlon, ya me lo arrebataron una vez y no pienso dejar que me suceda otra vez.
-A ti nunca te perteneció el trono, sabes de sobra que el trono siempre a pertenecido al primer descendiente del Rey, y esa fue Rowena y no tú, Nastin.
-Sí y no soy reina solamente por escasos minutos de vida.-dijo señalándole con el cetro, haciendo que se retorciera de dolor-eso chilla y haz que los niños vengan hacia acá tengo ganas de ver si esa mocosa es tan poderosa con la varita como lo era su abuela, la mataré con mis propias manos.
-No te atrevas a tocar a los niños Nastin- dijo Henry desde la celda mientras escupía sangre.
-Cállate viejo, todavía no he acabado contigo-y le hizo una seña a un troll que se hallaba cerca de la celda indicándole que entrara-Ya sabes que paso toca ahora, hazlo. El troll cogío una de las botellas y le hizo beber parte del líquido que hizo que le saliera humo por las orejas y la nariz y sus ojos se volvieran rojo sangre.
-Desgraciada, deja al anciano y cógeme a mí.
-¿A ti?,¿pero tú que tienes de especial?, al contrario te unirás a él, atadle fuerte.
-Majestad-dijo uno de los minotauros- sólo una pequeña observación,¿cómo vamos a moverle?Pesa toneladas.
-Cierto, ¡Larry ven acá inmediatamente!Es hora de que muestres cuanto has progresado en tus estudios.
-¿Estáis segura?-le preguntó este un tanto asombrado.
-Por supuesto, ya sabes que hechizo tienes que usar, es uno de los más básicos.-le contestó Nastin.
-¡Levimus Forte!-dijeron ambos a la vez mientras señalaban a Mark con sus varitas lo que hizo que éste se elevara unos pocos metros del suelo-Maldita sea el hechizo sigue siendo demasiado débil,¡hacer algo inútiles!-gritó enojada.
-¿Ves cómo no eres tan poderosa cómo crees Nastin?-dijo Mark con una sonrisa en la boca.-No puedes ni mover a un simple gigante.
-Cállate estúpido-y volvió hacer que se retorciera de dolor.

Varios minotauros y hombres lobo llegaron a la habitación con una enorme plataforma de madera con ruedas, mientras el resto de seres terminaron de inmovilizar a Mark con las cuerdas, Nastin y Larry repitieron el hechizo haciendo que este cayera sobre la plataforma la cual llevaron hasta el patio trasero del palacio que poseía toda clase de hechizos para evitar la entrada de intrusos por lo tanto aunque lograra soltarse no conseguiría escapar.

-Esto cada vez se pone mejor para mí, ahora si que no tienen ninguna posibilidad, sin maestro ni enorme guardaespaldas.-exclamó soltando una risa maléfica,.



sábado, 25 de enero de 2014

7 Comienzan los problemas

Axel, al marcharse del castillo de Nastin se dirigió al fuerte que se hallaba a varios metros de allí. Al entrar llamó a todos los que allí se encontraban para informarles de la misión que le había sido encomendada y empezó a pedir ideas para trazar un plan que fuera efectivo.

-Si quiere capitán, podemos mandar a un par de hombres a la cabaña de Henry para que se aseguren de que podemos atacar, aunque yo creo que sería más inteligente atacar cuando esté durmiendo para así pillarle desprevenido.-dijo un trol verrugoso
-Pues… mira me gusta como piensas, el plan es bueno, pero… y ¿si no está solo? A nosotros solo nos interesa él, de los niños ya nos ocuparemos más adelante, posiblemente acabaremos capturándolos también a no ser que se habrá otro portal como por el que aparecieron y regresen de dónde vinieron.
-Creo capitán, que el portal sólo se volverá a abrir cuando uno de los dos bandos salga victorioso; por lo menos eso es lo que le oí decir a una de las hechiceras de Rowena hace unos años.-dijo un anciano hombre lobo que se hallaba entre los allí reunidos, aunque él hacía bastante que ya no combatía, simplemente ayudaba al capitán aportando ideas.
-También podríamos matar o secuestrar a la princesa hada y al elfo de la marca y así haríamos mucho más feliz a la Reina.-dijo un centauro negro.
-Id y atacad a los elfos y las hadas, capturad a la única hada rubia y a un elfo con una marca en forma de león .Paker, Ritsus, Ditmon y Lerkus prepararos saldréis en cuanto anochezca quiero que capturéis al fauno, evitad que os vean y procurad no hacerle ni un solo rasguño al viejo o la Reina se enfurecerá y lo pagaréis caro.

Los cuatro que fueron nombrados se apartaron del grupo y cogieron varios sacos y cuerdas que por allí había.
En cuanto empezó a oscurecer los dos trolls y los dos hombres lobo se fueron hacia la cabaña y esperaron a que todas las luces estuvieran apagadas para asaltar sin ser vistos. En cuanto esto sucedió dos de ellos se quedaron vigilando los alrededores de la cabaña mientras que sus compañeros rompían la puerta de entrada y se dirigieron a la única puerta de la casa que era blanca que daba al dormitorio de Henry y se abalanzaron sobre él.
Anael, al oír aquel estruendo se despertó asustado,abrió la puerta del laboratorio y vio a uno de ellos tirando un cofre por los aires y al otro lanzando una cuerda, pues Henry se resistía. Asustado salió corriendo hacia la cocina para mirar por la ventana que comunicaba con la del dormitorio de Henry y vio a uno de los trolls haciendo un par de nudos alrededor de sus patas traseras mientras el otro le amordazaba, recogió su varita que se había quedado aquella tarde en la mesa del comedor y fue hacía la puerta de entrada, evitó al apestoso trol que rondaba por allá, echó a correr asustado cima abajo en la oscuridad mirando hacia atrás para asegurarse de que no le seguían.
Uno de los que intentaban capturar a Henry después de cumplir su misión, al pasar por el salón de dio cuenta de que había abierta una puerta que anteriormente estaba cerrada, se asomó al interior y vio el colchón con las sábanas revueltas, avisó a su compañero que arrastraba un saco que se agitaba el cual blasfemó mientras salía por la puerta y avisaba a los dos que esperaban alrededor de la cabaña y se fueron directos hacía el castillo.
Después de correr sin parar Anael llegó sin aliento a la cabaña en la que Berta estaba leyendo tranquilamente cerca de la chimenea, entró rápidamente chillando lo que hizo que ésta se asustara e hiciera que el libro que tenía en sus manos cayera al suelo.

-Pero Anael ¿Qué haces aquí? se supone que tendrías que estar descansando en casa de Henry.- dijo Berta asustada.
-Los vasallos… de Nastin… nos asaltaron y se...se llevaron a Henry, yo escapé… porque no sabían que estaba allí... si no me hubieran capturado también,… pero sabían a qué habitación se tenían que dirigir eso quiere decir que ya se conocían el lugar.- respondió con la respiración entrecortada.
-Hay que avisar a los demás, tenemos que rescatarle si no, no podremos luchar contra esa maldita mujer.-dijo Berta dirigiéndose a la puerta-vayamos hacia dónde nos hemos reunido esta tarde con los demás ¡Luminate!-dijo mientras agitaba la varita y la punta de ésta se iluminaba.
-¿Cómo has hecho eso?-le dijo Anael a Berta señalando la varita.
-He estado practicando mientras tú estabas con Henry, pero sólo he sido capaz de aprender éste hechizo, así que si vamos a necesitar un maestro, la magia es muchísimo más difícil de lo que imaginamos.

Subieron con cautela y rapidez la empinada cuesta que les separaba de las ruinas y fueron buscando alguien a quien contarle lo que acababa de suceder, pero sólo vieron un par de lechuzas que cazaban y les miraban sorprendidas, ardillas que comían las pocas manzanas que quedaban en buen estado y zorros que rebuscaban en los restos de comida que quedaban en el suelo; hasta que al final un ratón que almacenaba comida les vio y se les acercó sorprendido.

-No deberíais de estar aquí a estas horas es muy peligroso, los hombres lobo y los minotauros suelen aprovechar la oscuridad para atacarnos.-les dijo.
-Lo sabemos, pero tenemos que avisar a los demás para reunirnos urgentemente tiene que ver con Henry.-le respondió Anael.
-¿Ha sucedido algo?
-Sí, ha sido capturado por los secuaces de Nastin hace escasos minutos.
-¡Dios mío!,voy a avisar a todo el mundo, si golpeáis los troncos de los árboles se asomarán el resto.-les dijo el ratón mientras subía de nuevo al árbol.
-¡Ayuda! ¡Nos atacan!-chilló Anael.
-Eres bobo o te lo haces, así lo que vas a conseguir es que se asusten en vez de venir hacia dónde estamos.-dijo Berta mosqueda-¿Quién anda ahí?-dijo un centauro negro que salió de detrás de un matorral armado con un arco apuntándoles-¿Qué es lo que queréis? No deberíais estar a estas horas acá, es peligroso.
-Lo sabemos pero necesitamos que todo el mundo sepa que Henry ha sido capturado.-le contestó Berta.
-Entonces venid conmigo, os alcanzare hasta la cima dónde viven la mayoría de nosotros y demás seres, subiros a mi espalda.

Anael y Berta, se subieron con cuidado a la espalda del centauro que echo a correr mientras tocaba unas notas en una pequeña zampoña y aparecían más centauros que se unieron a él, en escasos segundos estaban rodeados por cerca de treinta centauros de todos los colores.
Varios minutos después aparecieron los enanos armados con hachas, arcos, espadas, puñales y hondas; enseguida se les fueron uniendo los elfos igualmente armados.

-He corrido la voz y se han ofrecido ayudarnos.-dijo el pequeño ratón que había hablado anteriormente con ellos que esta vez corría al lado del centauro mientras intentaba subirse a la espalda de éste.
-Muchísimas gracias-dijo Berta.
-Hemos llegado, podéis bajar-dijo el centauro mientras paraba y se agachaba para que pudieran bajar.
-Gracias.-dijeron al unísono los dos muchachos.

-No hay de que, me llamo Dudley y soy el jefe del clan de los centauros, mi hermano pequeño lucha del lado de Nastin.

miércoles, 31 de julio de 2013

6 La casa del maestro

Caminaron un largo trecho hasta que llegaron a una cabaña de piedra que se hallaba entre un gigantesco sauce llorón y varias torres semiderruidas. Henry abrió la puerta de ésta y entró en un imponente salón parecido al de Carolina, la única diferencia era que al fondo había una puerta que daba a un invernadero repleto de plantas increíblemente verdes y otra que estaba cerrada con varios pestillos. Henry se sentó en un sillón que se encontraba al lado de la chimenea y soltó su bastón.

-Podéis sentaros tranquilamente, necesito descansar ya no estoy en condiciones de subir y bajar esa pendiente como antes.
-¿Cuándo comenzamos con las clases Henry?-le preguntó Anael.
-No seas impaciente, la impaciencia no es buena amiga de la magia, para ser un buen mago tienes que ser paciente.
-Henry, ¿le importaría si echase un vistazo en su invernadero?, me gustan mucho las plantas, de hecho de mayor me gustaría ser botánica.
-Por supuesto, pero ten cuidado hay algunas que pueden llegar a morderte.
-Espera voy contigo,-añadió Anael- porque si no me voy a aburrir como una ostra y seguramente acabe con la paciencia del pobre Henry.
-¿Sabe si mi tío Setmon está en la torre?, me gustaría poder empezar con las clases-preguntó Spooch a Henry.
-Ve a comprobarlo si quieres Spooch, yo no te impido nada.
-Gracias-dijo Spooch yendo a la puerta para dirigirse a la torre.
-Bueno Tatani, sólo quedamos tú y yo ¿no te apetece irte a algún lado a ti también?
-No, no se preocupe yo soy paciente y poco curiosa, esperare acá hasta que usted decida empezar con las clases.
-Eso está muy bien.

Hubo varios minutos de silencio, Henry meditaba y Tatani danzaba silenciosa sobre la mesa trazando pequeños círculos, mientras su polvo mágico caía suavemente sobre lo que en ésta había lo que hacía que flotara.

-Muy interesante su invernadero Henry, pero por lo que veo Anael no le escuchó con atención y varias de sus plantas le atacaron-dijo Berta aguantándose una risita, mientras a su espalda apareció Anael con varias heridas.
-Yo no le veo la gracia Berta.
-Si tú lo dices, deberías de haberle visto allá dentro Tatani, se acercó a unas plantas que parecían que nos miraban, fue a tocarlas y cuando nos dimos cuenta se le abalanzaron para morderle.-dijo soltando una risita.
-Anda Anael ven a que te cure esas heridas-le dijo Henry a éste mientras cogía su bastón y se levantaba del sillón.
-¿No me puedes ir enseñando tu algo Tatani? Se supone que tú haces magia.
-Sí, pero mi magia no es exactamente igual que la que vais a aprender vosotros.
-¿Cuál es la diferencia?, ¿que nosotros necesitamos varitas para usarla y tu no?
-Esa es una pero no, la diferencia es que la magia de las hadas es muchísimo más poderosa que la vuestra, hay hadas como mi bisabuela que solamente con pensar o mirar lo que quiere hechizar ya tiene suficiente para hacerlo.
-Vale, entonces dejémoslo, esperare a que Henry decida empezar con las clases.
-Sera lo mejor.

Henry, se sacó un juego de llaves que tenía escondido en un compartimento secreto que tenía su bastón y abrió uno a uno los pestillos de la puerta, la atravesaron y Anael observó que estaba en un laboratorio en el cual el fauno hacía e investigaba pociones; las había de todos los colores ,tamaños y formas, de hecho Henry cogió un ungüento morado que se encontraba cerca del mechero que prendía bajo un Erlenmeyer que contenía un líquido amarillento que hervía y desprendía un olor repugnante; ordenó a Anael que se sentara en un sillón que se encontraba bajo la ventana y él se sentó en un pequeño taburete frente a él para extenderle el ungüento sobre las heridas que tenía en la cara, hombros, brazos y manos.

-Esto te va a escocer bastante-dijo Henry a Anael mientras empezaba a extenderle el ungüento.
-Pare, pare déjelo mejor que se curen solas-se quejó Anael retirándose de Henry con cara de dolor.
-De eso nada, si no te curo rápido el veneno de la planta empezara a hacer efecto y empezarás a sentirte mareado y tendrás nauseas y dime ¿quieres eso? ¿Quieres enfermarte? ¿Verdad que no? entonces tendrás que aguantar el dolor, esto no te hubiera pasado si te hubieras mantenido alejado de ellas ya os avise de que alguna os podía morder.
-Tiene razón, lo siento mucho, pero es que yo nunca he soportado muy bien el dolor y me escondo cada vez que me hago una herida y mi madre me la tiene que curar.
-Lo siento mucho pero tendrás que ser valiente y aguantar por mucho que te escueza, así que estate quieto cuanto más tiempo pase peor te sentirás, pues el veneno empezara a hacer efecto.
Durante varios minutos, Anael se retorció y chilló como un loco mientras el fauno le extendía el ungüento, pero poco a poco fue sintiendo como varias partes del cuerpo dejaban de dolerle y se fue calmando. Cuando Henry acabó de extendérselo le pidió que se acostara durante varios minutos en un colchón que se hallaba frente una de las mesas que tenía encima varios libros, Henry le pasó uno y se dirigió a la puerta para dirigirse al salón pidiéndole con anterioridad que no tocara absolutamente nada de lo que había en ese cuarto.

-Me parece, que por culpa de este percance no podremos empezar hoy con las clases, lo mejor será que os marchéis y descanséis.
-¿Y Anael? No podemos marcharnos sin él.-dijo Berta.
-No te preocupes por él ahora, está guardando reposo para que la medicina que le di le haga efecto, haré que Fred lo lleve hasta la cabaña de tu abuela…mejor dicho tu cabaña, ahora es toda tuya.
-¿Y Spooch?
-Como tarda en volver quiere decir que está dando clases con su tío, no te preocupes él se marchará a casa con su madre en cuanto acabe.
-Bueno, entonces mañana estaremos aquí a las ocho como usted dijo, el único problema es que yo sin despertador no soy capaz de levantarme-dijo Berta.
-No te preocupes, yo me despierto en cuanto sale el sol-le dijo Tatani- yo te despertare después de arreglarme.
-Pues asunto arreglado te despertará ella, ahora id a comed algo y descansad.-les dijo el fauno.
-Ese es otro problema, creo que en la cabaña no hay nada de comer, no, ¿Tatani?
-Pues si te encantan las cerezas y las peras llenas de moho estas de suerte, pues eso es lo único que yo he visto en la cocina de tu abuela.
-Espera un momento aquí entonces-dijo Henry dirigiéndose a una puerta de la derecha, de la cual salió enseguida con una cesta que contenía huevos, salchichas, queso, leche, manzanas y pan- toma es todo lo que te puedo dar por el momento más adelante te las tendrás que apañar tu sola, no voy a estar constantemente cuidándote.
-Muchísimas gracias, ahora sólo espero que las sartenes no estén oxidadas.
-No te preocupes, nada de ésa cocina es de metal-dijo Tatani.
-Bueno, pues hasta mañana entonces Henry ha sido un placer conocerle.
-El placer es mío jovencita.


Tatani y Berta, rehicieron el camino que habían hecho con posteridad para dirigirse a la cabaña, ésta vez los que por allí habían no se escondían, si no todo lo contrario, se ofrecía a ir con ellas hasta su destino; parecía como si el miedo que sentían hacia Berta se hubiera esfumado y ahora la animaban diciéndole que sería capaz de hacer lo que la profecía decía que pasaría.

sábado, 1 de junio de 2013

5 El maestro y los habitantes de Nurlon

Después de que Mark se hubiera marchado, Tatani y los demás dejaron a Berta terminar de vestirse; el hada seguía mirando con curiosidad las cosas que se encontraban en la cabaña, entró en la cocina que se hallaba al fondo y cogió una cereza que había en la encimera dispuesta a comérsela. Mientras tanto Anael había cogido el libro que Berta había dejado sobre el escritorio y leía la lista de hechizos mientras que Spooch jugaba con una pequeña bola de cristal.

-¿Spooch, quien es esa tal Amanda de la que tanto habláis?-le preguntó Anael apartando la vista del libro.
-Pues era una muchacha que vivió acá en Nurlon durante quince años hace aproximadamente un siglo que un día desapareció sin más.
-¿Y Berta es pariente suya?
-Seguramente Anael, si no, no hubiera encontrado la forma de llegar a Nurlon, ella apareció de la misma forma que Amanda.
-Además-añadió Tatani-vosotros sois los únicos humanos que aparecen en Nurlon desde que los pocos que habitaban aquí se fueran después de lo que sucedió.
-Ya, pero yo no soy pariente suyo y aquí estoy, ¿cómo explicas eso?-dijo Anael.
-Puede ser… que el libro de tu hermana sea uno de los que escribió su abuela y al abrirse el portal en el libro de Berta también se abriera uno en el de tu hermana, y tú te hallaras cerca en ese momento.-le respondió Tatani.
-Y ¿porqué yo?, ¿no podía ser mi hermana la que estuviera aquí?
-¿Qué edad tiene tu hermana?-preguntó Spooch.
-Tiene diecinueve.
-Las personas mayores de dieciséis años que no viven en Nurlon como vosotros, ya no pueden llegar acá.
-Ya estoy chicos, y ahora ¿qué hacemos?-dijo Berta desde la puerta del dormitorio.
-Pues yo creo que deberíamos ir a ver a Henry, es un gran mago que podía enseñaros porque estoy viendo que en esta lista pocos hechizos os serán de utilidad, él posee un gran poder.-dijo Tatani.
-Berta, ¿Qué parentesco tienes con Amanda?-le preguntó Anael a Berta curioso.
-Pues es mi abuela materna.
-¿Te había hablado anteriormente de éste lugar?
-Me leía cuentos toda las noches, cuentos escritos por ella los que siempre acaba con lagrimas en los ojos.
-Seguramente no eran cuentos Berta, serían historias de situaciones vividas por ella acá o historias que algún amigo suyo de los que aquí vivían-le dijo Spooch.
-Venga, dirijámonos a las ruinas, seguramente mi madre, Henry, Mark y los demás nos estarán esperando-dijo Tatani.

Salieron de la cabaña y se dirigieron hacia las ruinas que se encontraban situadas en la cima de una de las montañas más altas que por allí había; durante el trayecto los animales y demás habitantes del bosque miraban a los muchachos asombrados, cuchicheaban entre ellos y algunos les seguían al ver la dirección que llevaban.
Berta, Anael y Spooch llegaron agotados a la cima y nada más llegar buscaron un lugar en el cual descansar y al instante se fue formando un corrillo alrededor de ellos.

-¡No me lo puedo creer, es la muchacha de la que tanto hablaban mi bisabuela y mi abuela, la nombrada en la profecía, por fin dios escuchó mis oraciones!-dijo una joven elfo que se encontraba en la primera fila.
-Hijo, apártate de ellos inmediatamente, es una orden-dijo otra elfo que se hallaba en el fondo del grupo.
-Pero madre-contestó Spooch-mi deber es ayudarles, ya sabes lo que dice la profecía, soy el elegido.
-Me importa un pimiento lo que diga la profecía Spooch, no te voy a dejar luchar, eres demasiado joven para usar un arma.
-Cálmate Trixia-se oyó decir desde lo alto de una rama de un árbol cercano, Berta miró a quien había hablado, se trataba de un hada con una gran melena blanca que vestía un vestido color turquesa con una pequeña corona dorada en la cabeza, por lo que dedujo que debía de ser la Reina de las hadas- No puedes hacer nada contra el destino, tu hijo ha sido elegido para luchar por la libertad de Nurlon y deberías estar orgullosa por ello; yo lo estoy, mi hija representara a las hadas en esta batalla y sé que no me defraudará.
-Albarna tiene razón, Trixia, deberías de estar orgullosa y no estar discutiendo con los demás por algo escrito en el destino-dijo un castor que se encontraba al lado de la joven elfo.
-¿Tú acabas de hablar?-dijo Anael señalándolo asombrado.
-Pues sí, ¿es que nunca has visto un castor parlante?-le dijo.
-En nuestro mundo los animales no hablan; solo rugen, mugen, ladran…ya sabes-contestó Berta.
-Bueno princesa, ¿para cuándo las presentaciones?-se oyó decir a una voz ronca en el fondo.

Todo el mundo se giró, y se vio a quién acababa de hablar; era un anciano fauno que se sostenía en un bastón y tenía una larga barba gris que se dirigía al corro despacio mientras quienes lo formaban se apartaban para dejarle paso, caminó hasta hallarse a pocos metros de ellos y les miraba con una gran sonrisa en la cara.

-Hola Henry, como ves Amanda no se equivocaba y aquí tienes a los muchachos, ellos son Berta y Anael-le respondió Tatani.
-Tú eres su nieta ¿verdad?, eres igualita a ella solo que ella era morena y tu eres pelirroja. Y veo Spooch que estas cumpliendo lo dictado por el destino, pensé que ya te habrías cansado de esperar junto a la puerta de la cabaña de mi vieja amiga-le dijo Henry.
-Pues ya ves que no me cansé, y seguiría allí todo el tiempo que hiciera falta.- le contestó orgulloso.
-¿Encontrasteis las varitas?-les preguntó Henry.
-Sí, aquí las tenemos, pero no sabemos usarlas-respondió Anael alzándose del suelo.
-Y ¿qué te crees que Amanda sabía cómo usar la suya?, yo la enseñé, todo lo que sabía se lo enseñé yo, aunque debo decir que ella descubrió bastantes hechizos por su cuenta, era una buena alumna, espero que estéis a su nivel.-dijo el fauno.
-Le aseguramos de que lo estaremos.-dijo Berta.
-Bueno se acabó el espectáculo, aquí ya no hay nada que ver-dijo Henry.
-De eso nada, Henry, Spooch se viene conmigo lo quiera o no, no quiero que luché en la batalla, ya perdí a mi marido por culpa de esa bruja y no pienso perder a mi único hijo también.-dijo Trixia.
-Trixia, cariño, pensaba que ya habíamos hablado de esto tú y yo y que estabas de acuerdo en que tu hijo luchara-le dijo Henry,
-Lo estaba, pero he cambiado de opinión, yo no pensé que esa puñetera niña fuera a acertar en su predicción, además mi hijo no sabe usar un arma.
-Tu cuñado Setmon le enseñará, sabes que es un gran espadachín y se ha ofrecido voluntario a enseñarle.-le contestó.
-Vale, está bien, pero me tienes que prometer una cosa antes Henry.
-Lo que sea-le contestó.
-Que le protegerás con un hechizo para evitar que le pase algo.
-Madre… me estás sobreprotegiendo, otra vez, siempre igual ¿cuándo dejará de preocuparse tanto por mi? ya no soy ese niño al que tenía que vigilar constantemente porque se metía lo que estuviera a su alcance en la boca-añadió Spooch acercándose a su madre.
-Pero… es que me aterroriza pensar que te pueda suceder algo irremediable, no quiero perderte cariño, tu eres todo lo que me queda en este mundo, tu eres la razón por la vivo-le dijo sollozando.
-Le prometo que lucharé con todo el cuidado del mundo e intentare vengar la muerte de su esposo, mataré a Nastin con mis propias manos si hace falta.-le respondió Spooch mientas la acariciaba suavemente la mejilla.
-Confía en tu hijo Trixia, igual que yo confío en mi hija-dijo Albarna que se encontraba entre Berta y Anael.
-¿Me dais la palabra de que lucharéis cerca de él siempre que podáis?-les preguntó la elfo a los dos muchachos.
-¡Por supuesto que sí! somos un equipo, y en un equipo se ayudan y protegen unos a otros.-le respondió Berta.
-Puede confiar en nosotros.- añadió Anael.
-Entonces, me quedo tranquila, aunque rezare para que dios os proteja a todos. Enséñales bien Henry el destino de Nurlon está en sus manos-dijo mientras se daba la vuelta dispuesta a marcharse con lágrimas en los ojos.
-Bueno, seguidme os llevaré a mi casa allí es dónde os ensañaré, os quiero todos los días a las ocho allá no me gusta la impuntualidad, Spooch, tu tío te espera a esa hora debajo de la torre oeste de las ruinas, la distinguirás de las demás pues es la única que quedó en pie después de que Nastin atacara el castillo y tú Tatani podrás practicar con nosotros y quien sabe a lo mejor aumentan tus habilidades, aunque he oído que eres la más poderosa de las cuatro hijas de Albarna.
-Por supuesto por eso fue escogida por mi madre para luchar, creo que soy incluso más poderosa que ella.
-Pues no me extrañaría en absoluto, hay generaciones de hadas que nacen con muchos más poderes de los que esperan y creo que la gran mayoría pierden la vida haciendo magia por que no pueden controlarlos.
-Eso ha sucedido solamente dos veces desde que yo vivo, aunque creo que en la época de mi bisabuela sucedió bastante-respondió Tatani.
-Me estas asustando Tatani, no pensé que eso sucediera y no quiero que te pase a ti-dijo Berta.
-Tranquila Berta, se cuando debo parar eso es algo que la gran mayoría notamos, nos debilitamos.



viernes, 15 de febrero de 2013

4 Planes malvados


La dirección de Mark llamó la atención de un  hombre-lobo que se hallaba cazando cerca, esperó un instante a que éste estuviera lo bastante lejos  y entonces se acercó con sigilo a la ventana  de la cabaña para mirar el interior; al ver a los dos muchachos echó a correr en dirección al castillo para avisar a su Reina de lo que acababa de ver.
Corrió sin parar atravesando grandes arboledas y subió una pequeña cima hasta encontrarse a las puertas del castillo las cuales eran custodiadas por dos enormes minotauros, los cuales les cerraron el paso.

-La Reina no puede recibirte ahora está reunida, vuelve después-dijo uno de los guardas con su potente y estremecedora voz.
-Sólo decidle que necesito verla urgentemente porque es referente a la profecía.- le contestó.
-Espera un instante-respondió uno de los minotauros entrando al interior, cuando volvió dijo -puedes entrar, pero date prisa a su majestad no le gustan las interrupciones.

Traspasó la puerta que fue cerrada al instante por  los dos fuertes guardas y atravesó la gran sala en la que se hallaba que estaba repleta de estatuas de guerreros de todas las especies y tenía las paredes adornadas con retratos enormes de Reyes e imágenes de sangrientas batallas y una enorme vidriera en el techo que representaba un ángel de alas negras con un par de colmillos que le sobresalían del labio superior de los cuales goteaba gotas de un líquido plateado que sostenía entre sus manos una espada bañada en sangre por la cual traspasaba la luz solar. Muy decidido siguió al frente para dirigirse a otra enorme puerta que daba a la sala Real de reuniones, llamó a ésta dando dos fuertes golpes con sus grandes y peludos nudillos esperando una respuesta.

-Adelante- le dijo una voz femenina desde el otro lado de la puerta- más te vale que sea importante para interrumpir nuestra reunión, cuenta lo que tengas que decirme.
-He visto a dos muchachos en la cabaña del otro lado de la montaña majestad, eso quiere decir, que la profecía se ha cumplido; cosa que vos negabais que llegara a suceder.
-¿Estaban ellos dos solos?- le preguntó un centauro gris que se hallaba en la mesa junto a la Reina, un hombre-lobo y un minotauro.
-¿Por qué lo preguntáis?- le dijo el minotauro de su izquierda.
-¿Es que no sabéis que la profecía no sólo nombra a esos dos mocosos?, en ella se nombra a la princesa hada y a un elfo marcado con un león.-le dijo a su compañero.
-¿Y qué me respondes tú a eso, Yassiel?-dijo Nastin mirando al único de la sala que se hallaba en pie.
-Pues la verdad no lo sé yo sólo vi a los dos niños, aunque me parecía que hablaban con alguien que yo no veía.
-Pues ve a comprobarlo idiota, para saber si debo mandar al capitán reunir al ejército, corre y no vuelvas hasta asegurarte de lo que  has visto  y de lo que  están planeando.
-Lo que vos ordenéis mi Reina-le respondió haciendo una reverencia y dirigiéndose a la puerta para marcharse.

Nastin, se puso en pie y empezó a caminar de un lado a otro nerviosa pisándose su precioso vestido  azul marino y blasfemando en alto; estaba rabiosa, muy rabiosa y eso se le notaba en su blanca tez pues se estaba tornando roja.
Nastin, era una mujer alta con una gran melena morena que habitualmente llevaba recogida en un moño, siempre llevaba consigo un cetro de oro que le servía de varita mágica y solía ir escoltada por el único humano que vivía en Nurlon.

-¿Porqué no os relajáis, majestad?, esos dos mocosos no tienen nada que hacer frente a su gran poder ¿o no recuerda que fue vos quien venció a la Reina Rowena y se apoderó del trono?-le dijo el hombre-lobo.
-Tienes razón, debería de tranquilizarme pero quisiera saber si  mi “amiguita” estará al tanto del asunto, porque si de verdad gracias a esos enanos insolentes ella recupera todo su poder yo estoy perdida.
-¿A qué se refiere majestad?-dijo el minotauro.
-¡Que la dichosa niña que vivía en esa apestosa cabaña era una bruja y se dice que esos dos quizás podrían usar la magia también!-dijo alzando la voz.
-Pero seguramente no sabrán usarla a no ser que… no, no creo me dijeron que murió.-dijo el centauro.
-¡Dilo, es una orden!
-Pues que el anciano Henry podría enseñarles, ya sabe el fauno que era inseparable de esa niña, el que fue desterrado por ser el único de entre ellos con poderes mágicos
-¿Se sabe si sigue vivo?
-A mi me dijeron que le vieron guarecido en las ruinas del que era el castillo de Rowena-dijo el hombre-lobo.
-¿Tus fuentes son de confianza, Axel?-le dijo Nastin.
-Por supuesto majestad, yo estoy al tanto de casi  todo lo que sucede en Nurlon, tengo hombres vigilando por todo el reino.
-Pues entonces manda a alguien inmediatamente a que capture a ese viejo y me lo traiga para ocuparme personalmente de él.-dijo Nastin.
-A sus órdenes  majestad-le dijo Axel con una reverencia mientras se levantaba y se dirigía a la puerta para marcharse.
-Y tú…-dijo señalando al minotauro- ve preparando a todos tus hombres Prelom, tarde o temprano acabaremos luchando y no quiero que me pillen desprevenida. Se acabó la reunión.-dijo Nastin dirigiéndose a una pequeña puerta que se hallaba al fondo de la sala.

Nastin se encontraba débil, enfurecerse la debilitaba y por eso se dirigió a su biblioteca en la cual había todo tipo de pociones a parte de cerca de dos mil libros de hechicería y pociones, buscó en varias estanterías hasta que vio en un estante alto lo que estaba buscando, era una botellita con un líquido azul celeste, la señaló con su cetro e inmediatamente la botella voló desde el estante a su mano, la abrió y se bebió parte de su contenido y se guardó el resto en un pequeño bolsillo que tenía su vestido.
A continuación se dirigió a una habitación en la que se encontraba Larry que era el único que conseguía calmarla cuando se enfurecía; éste al verla se levantó del sillón en el que estaba sentado y besó su mano, Nastin le devolvió su muestra de afecto acariciándole su mejilla.
-¿Fue todo bien querida?-le preguntó Larry.
-Lo cierto es que no-le contestó mientas se sentaba en el sillón del que éste se había levantado-¿recuerdas la profecía?, pues parece que se cumplió y ya sabes lo que eso significa.
-Que pronto habrá una guerra.
-Exactamente querido.-dijo cogiendo la copa que éste le ofrecía.
 -¿Y vos estáis preparada para luchar?, hace años que no cogéis un arma.- dijo Larry.
-Deberías saber, que a mí no me hace falta arma ninguna, solamente con tener éste cetro entre mis manos soy invencible, nadie ha sido capaz de superar la magia que éste posee.

lunes, 4 de junio de 2012

3 El descubrimiento.




Spooch, soy yo, traigo a la joven de la profecía-gritó Tatani, cosa que hizo que el elfo dejara de jugar con lo que tenía en las manos.
-Lo sabía, sabía que la profecía no mentía, pero parte de mis compadres no me creían, pero por fin tengo la prueba de que era cierta-dijo el elfo saltando de alegría.
-Bueno Tatani, ¿Qué se supone que hago yo en la cabaña de mi abuela? Si quieres que entre no puedo, no tengo la llave-dijo Berta.
-No te hace falta, si de verdad eres quien creemos, sólo acércate y olvídate del resto-dijo Spooch.

Berta se acercó a la puerta y extendió la mano hacia el pomo, mientras lo rozaba sentía como si tuviera mariposas en el estómago, logró abrir la puerta con muchísima más facilidad de la que se esperaba; al mismo tiempo que se abría la puerta se oyó un golpe sordo proveniente de una habitación próxima. Entraron corriendo y se dirigieron hacia la sala en la que se había oído el golpe y vieron rebotar s-obre el colchón de la cama a un niño de más o menos la edad de Berta.

-Fantástico ¿y ahora qué?, se supone que él no debe estar acá.-dijo Spooch mientras le señalaba con uno de sus esqueléticos dedos.
-Cálmate Spooch-le dijo Tatani-lo mismo la profecía si lo nombra.
-Hola yo soy Berta -le dijo-¿y tú cómo te llamas?
-Me…me lla…me llamo Anael-tartamudeó asustado el muchacho-¿don… dónde se supone que estoy?
-Estas en Nurlon jovencito, supongo que nunca habrás oído hablar de este lugar.-dijo Spooch enfurruñado.
-Pues la verdad es que me suena un poco, ¿eres un elfo? ¿Y tú un hada?-preguntó curioso Anael.
-Pues si.-respondieron ambos a la vez.
-Esto es tan sorprendente para ti como para mí –le dijo Berta- yo llevare aquí solamente cinco minutos, te presento, éstos son Tatani y Spooch-dijo mientras les señala a la vez que nombraba sus nombres.
-Te corrijo Berta, llevas dos horas aquí, te quedaste dormida al llegar ¿no lo recuerdas?-le dijo Tatani.
-Es cierto, si llevo aquí dos horas ¡mi prima estará preocupadísima!
-Tranquila, un año aquí equivale a un segundo de tu tiempo-le dijo Spooch.
-Me encanta este cuarto me recuerda al de mis padres-dijo Anael-¿puedo ver el resto?-les preguntó acercándose al pequeño armario del dormitorio.
-Claro que sí, yo no  he visto absolutamente nada, ha sido entrar por la puerta y oír como caías sobre el colchón.-le respondió Berta.

Volvieron a la sala; en la cual había una chimenea de piedra que en cuanto pasaron cerca de ella se encendió dando un susto a Berta y Anael, en el centro de ésta había una gran mesa de roble alargada con seis sillas cerca de una estantería repleta de libros  y al lado de una ventana vieron un escritorio  a juego con la pintura resquebrajada en el cuál había un tintero con su respectiva pluma y un libro a su lado derecho, en el cuál se tumbo Tatani mientras señalaba el título de éste “Mis visiones” y en letra más pequeña apenas visible a la vista había escrito “Ésta es mi profecía espero no fallar y salvar a Nurlon a tiempo, para evitar una gran catástrofe” .
Berta lo cogió con curiosidad, lo abrió y comenzó a leer en voz alta lo que éste decía:

Ya no me queda mucho tiempo más en este  maravilloso lugar, lo presiento.
Y seguramente  mis terribles visiones se hagan realidad. Por eso solo me queda la esperanza de que la única buena visión que he tenido se cumpla, aunque según Henry, si se va a cumplir.
En mi visión consta que una descendiente mía vendrá hasta acá y junto a un inesperado visitante, la princesa hada y un elfo con una marca en forma de león tendrán que luchar contra esa malvada mujer que aparece en mis visiones arrebatándole el trono a la Reina Rowena, para que Nurlon  pueda recuperar la normalidad.

-Debe de ser la profecía, y como veis nos nombra a los dos-dijo Berta cerrando el libro con un sonoro golpe.
-Es extraño, habla de una mujer y yo no  he visto a ninguna, solamente a vosotros tres-dijo Anael, mientras apartaba una silla y se sentaba.
-Te aseguro que la hay y es lo más malvado que puede existir sobre la faz de la tierra-le contesto Spooch mientras también se sentaba en una silla-si no, te aseguro que mi padre y mi tío seguirían vivos.
-¿De verdad tu eres una princesa, Tatani? ¿Y tú tienes esa marca que se nombra?-les preguntó Berta.
-Si es cierto, yo soy la hija menor de la Reina Albarna.
-Y yo-dijo Spooch desabrochándose el peto- Tengo en mi omoplato derecho el famoso león ¿Lo veis?

De repente vieron como aparecía una luz del libro que había dejado Berta en el escritorio mientras éste se abría lentamente; y en ésta fue apareciendo dos largos palos que Berta y Anael distinguieron como varitas mágicas; en cuánto ésta se apago cayeron al suelo, y Tatani se acercó a observarlas con curiosidad.

-Vale, si son lo que me imagino os vendrán bastante bien, el problema está en sí sabéis usarlas-les dijo intentando alzar una-Tendríamos que mirar en la estantería a ver si Amanda tenía algún libro de hechizos para poder utilizarlas.
-Claro que tenía y más de uno según mi tío abuelo; él era un gran amigo  suyo según me contó pero cuando yo nací ella ya había desaparecido-dijo Spooch desde la estantería-¿porqué no me ayudáis a buscarlo? esta estantería es enorme, está muy desordenada y yo soy muy pequeñito.

Anael y Berta recogieron las varitas del suelo y se dirigieron a la estantería en la que había muchos libros de cocina, de carpintería y alguno que otro como “Las mil y una noches” o “La vuelta al mundo en ochenta días”. Llevaban un rato buscando cuando, Anael se subió a una silla para intentar alcanzar un libro dorado de la parte superior.

-¡Mierda, no alcanzó! Seguramente es ese, se parece a uno que le vi el otro día a mi hermana mayor que está intentando aprender trucos de magia para el espectáculo de Fin de Curso de su instituto.
-¿A cuál te refieres?-le dijo Tatani.
-El dorado que está arriba a tu izquierda, intenta sacarlo por favor.
-¡Cuidado abajo, allá va!
-Idiota, me has dado en la cabeza.-gruñó Spooch frotándose la cabeza.
-He avisado si no te has apartado es cosa tuya.
-Bueno ya lo tenemos, ahora que-dijo Berta recogiendo el libro del suelo.
-Ábrelo, y lee lo primero que te llame la atención-le dijo Spooch.

Berta abrió el libro y después de pasar un par de páginas encontró un hechizo que según decía la letra de su abuela había sido descubierto por ella y parecía que  no era el único pues había una interminable lista de hechizos con su respectiva explicación.

-Que te parece, ¿intentamos éste Anael?
-Vale, tú primero.-le contestó.
-Los dos a la vez, ¿Te parece?
-De acuerdo.
-¡Levimus!-dijeron señalando a dos sillas, pero no pasó nada  en absoluto.
-Pero ¿Qué pasa?-Dijo Anael.
-Probad a cambiároslas.-Les dijo Tatani- en ocasiones es la varita la que escoge a su propietario y no al revés.

Anael y Berta la miraron sin entender ni una palabra de lo que acababa de decir pero lo hicieron y ésta vez sí funcionó.

-¡Ey, bájame de aquí no tiene ninguna gracia!- dijo Spooch agarrándose con fuerza a la silla en la que estaba sentado pues se hallaba a varios metros de altura.
-Lo siento, he sido yo-dijo Anael
-Vale éste está bastante bien pero no creo que os sirva de mucho en una guerra-les dijo el hada.
-Estoy de acuerdo pero por favor  buscar el contra hechizo para bajarme de aquí-dijo Spooch asustado desde la silla.
-No hace falta aquí dice que sólo hay que girar la mano bruscamente hacia la derecha tirando hacia ti-dijo Berta haciéndolo; y la otra silla que se hallaba en alto al lado de la que se encontraba Spooch cayó al suelo con un golpe sordo.
- Vale hazlo de una vez Anael, tengo miedo a las alturas.

Anael repitió los movimientos que había vista hacer a Berta y enseguida la silla  cayó al suelo y Spooch se golpeó nuevamente en la cabeza.

-¿Qué pasa es que no os gusta mi preciada cabeza?-dijo tocándosela.
-Lo sentimos, parece ser que hoy no es tu día de suerte Spooch-le dijo Tatani.
- No es por molestar Tatani, pero ¿te importa si miro en el armario de mi abuela?, me gustaría cambiarme me acabo de acordar de que estoy en pijama.
-En absoluto, además ésta casa es más tuya que nuestra.-le respondió.

Se dirigió al dormitorio, cerró la puerta y abrió el armario para buscar algo decente y que le gustara para ponerse. En el interior del armario había blusas de todos los colores, faldas y pantalones  largos y cortos  y un incontable número de  pares de zapatos… lo revolvió  todo una y otra vez mientras decidía que ponerse; al final cogió una blusa blanca con flores bordadas a mano en las mangas, un pantalón negro largo de corte recto y unos botines oscuros. Se dirigió a la cama a quitarse el pijama y se dispuso a vestirse, se giró hacia la ventana y vio un perfil masculino gigantesco, asustada Berta gritó, lo que hizo que Anael y el resto entraran despavoridos a la habitación. Anael al ver aquella cara gigantesca se asustó tanto que echó a correr hacia la sala, pero Spooch se dirigió decidido a la ventana la  abrió y pidió al gigante que se dirigiera a las ruinas que se hallaban en lo alto de la colina situada al Este de dónde se encontraban.

-Podéis tranquilizaros ese es Mark, el único gigante que pareció entender que los buenos somos nosotros y no esa mujer a la que llaman Reina.-dijo Spooch cerrando la ventana.
-¿Ya se fue?-preguntó Anael asomándose poco a poco desde la sala-Me podíais a ver dicho que aquí habitaban gigantes.

sábado, 10 de marzo de 2012

2 Una ventana hacia un mundo mágico

Después de la improvisada cena que su prima preparó (huevos fritos, salchichas y beicon) subió al cuarto de baño a cepillarse los dientes y después a su habitación a acostarse pues había decidido que sería mejor duchar a su perro  por la mañana que estaría más despejada pero de repente, al atravesar la puerta de ésta, se encontró deslumbrada por una potente luz que procedía del libro que estaba en su cama desde la pasada noche, se acercó para mirarlo de cerca pero entonces, se sintió  absorbida  por la brillante luz azul; vio como bajaba por ella, cayó en medio de un bosque de sauces llorones machitos casi en su totalidad en el que había un gran río y un par de kilómetros al frente se veían unas enormes montañas con un castillo un tanto tenebroso entre ellas, cuando sintió como que una poderosa fuerza la obligaba a tumbarse sobre la hierba  y echarse a dormir, decidió hacerlo.
Pasaron un par de horas y Berta ni se enteró, ella sólo se daba cuenta de que dormía plácidamente sobre algo cómodo y no tenía necesidad de despertarse, era como si esa fuerza fuera más fuerte que ella hasta que de pronto, un pequeño ser empezó a tocarla y la despertó.

-¡Que sueño! ¡Ahhh!, ¿Qué eres tú y dónde estoy? dijo mirando confusa a su alrededor y apartándose asustada del pequeño ser.
-Hola-dijo el ser-bienvenida a Nurlon, soy Tatani, el hada más joven que vive acá.
-¿Un hada?; eso es imposible las hadas no existen; aunque me parece que te he visto anteriormente en otro lugar-le dijo esto pero no muy convencida mientras la miraba detenidamente; ella sólo quería averiguar donde la había visto antes-Ya sé; tú eres el hada que vi anoche en el libro que me encontré en mi cuarto.
-¡Aja!, por eso hace un rato sentía que me observaban-le contestó Tatani a Berta
- Es todo muy bonito pero quisiera poder volver a mi casa-gritó enloquecida, tú haces magia ¿no?, pues hazme volver no quiero estar aquí.
-Lo siento niña, pero el portal por el que entraste se cerró y no sé cuando se volverá a abrir y ningún tipo de magia logrará hacer que se habrá.
-Estupendo, maravilloso-dijo sentando enojada sobre la hierba.
-Sólo hay una manera de que puedas volver a tu casa.-añadió Tatani-y es que luches contra Nastin, pues tú eres ese ser humano que según dice la profecía salvara Nurlon de su oscuro reinado.
-No, eso no puede ser, debe de ser un error; ¿cómo una niña de once años va a salvar algo? ¿Y quién es Nastin?-añadió alarmada.
-Es una malvada bruja que tiene a Nurlon dividido en dos partes; por un lado los minotauros, gigantes “excepto uno”, la mitad de la población de centauros, cíclopes, hombres-lobo y trolls;  y en la otra vivimos nosotras las hadas, los elfos, cerca de quinientos centauros, faunos, unicornios, enanos y los animales del bosque.
-Genial, tanto bicho suelto me recuerda a los cuentos de mi abuela Amanda.
-¿As dicho, Amanda?-le preguntó Tatani sorprendida.
-Sí, ¿por?
-Por una muchacha que vivió aquí hace cerca de cien años que se llamaba exactamente igual, por cierto, ¿quieres que te enseñe todo esto?, es precioso pero la verdad es que antes lo era mucho más ¡maldita sea la hora en que llegó Nastin!
-Pues, si no me queda otro remedio, venga si, muéstramelo.-se resigno Berta.

Tatani la llevó cerca del río, donde vio más árboles juntos como nunca visto en su vida, pero la mayoría estaban más muertos que vivos y eso entristeció a Berta pues a ella le encantaba la naturaleza, de hecho cada vez que su padre tenía tiempo libre se iban a una casa rural que se hallaba a solo unos kilómetros de casa, después la llevó a un lugar donde se reunían las hadas que al verla huyeron despavoridas y lo mismo le sucedió cuando la llevó a dónde se encontraban los elfos; todos al verla huían.
Vieron a lo lejos un par de unicornios -era la cosa más hermosa que Berta había visto en su vida-, eran de un blanco brillante con tonos azulados y el cuerno de la mayoría era dorado; los más pequeños la miraban con curiosidad y lentamente se acercaban a ella, algunos adultos impedían a sus crías que se le acercarán pero sin embargo otros los empujaban incitándoles a acercársele y en un instante se vio rodeado por cerca de seis unicornios que la olfateaban curiosos; Berta extendió la mano para acariciar a uno de éstos que al principio se asustó pero después parecía que no quería que dejara de acariciarle; el pelaje de éste era tan suave que era como si tocara seda o algo millones de veces más suave; de hecho Berta nunca en su vida había acariciado nada similar.

-Ya te acostumbrarás a tenerlos siempre alrededor tuya no hay cosa en el mundo más cariñosa y empalagosa que ellos, es el único animal dócil que encontrarás aquí y que vive apartado de los demás nunca lo verás con nosotras las hadas, con los elfos o cualquier otro ser viviente que no sea de su especie excepto con los humanos, parece que les inspiráis confianza, por cierto se me olvidaba  te mostrare dónde vivía tu abuela, sígueme.
-As dicho humanos, ¿es que acá vive alguno aparte de Nastin?
-Vivían, hasta que Nastin nos atacó y los que no murieron luchando contra ella y sus aliados huyeron hacia una isla que hay a pocos kilómetros de aquí.

Berta, un tanto sorprendida por  todo lo que acababa de ver, lo último que acababa de vivir, y lo que acababa de descubrir  acerca de los humanos que ella no pensaba que allí hubiera, siguió a Tatani por el bosque a través de un prado tan marchito que había perdido casi totalmente su verde natural lleno de manzanos con la fruta podrida o sin hojas y el único rio cercano no llevaba ni la mitad de su caudal normal pues Nastin había hecho un hechizo para que eso sucediera y había pedazos de río en que el agua no era cristalina si no verdosa y contenía gran cantidad de peces muertos , y se fijó que los animales que por allí estaban preferían beber el rocío de las flores o el agua de los escasos charcos que había; caminaron durante un largo rato sin descanso   hasta que vio a lo lejos una pequeña cabaña de madera con aspecto ruinoso; en el camino de entrada, apoyado en la puerta, le pareció ver un pequeño ser de grandes orejas puntiagudas y una enorme nariz alargada, que vestía un peto vaquero deshilachado que jugaba con algo entre sus manos, algo que brillaba con la luz del sol y tenía un pequeño botijo de cristal en su lado izquierdo que contenía una bebida de color naranja pastel y en su otro lado había lo que parecía ser un montón de sábanas y mantas lo que significaba que vivía por allí cerca o simplemente le gustaba dormir al aire libre.
Al irse acercando Berta varias flores que parecían estar muertas empezaron a abrirse y la hierba iba recuperando su color; cosa que extrañó tanto a Berta como a Tatani.

-Esto sí que es extraño, solamente sucede cuando quien pisa ésta hierba es de corazón noble o posee poderes mágicos.
-Pues yo que yo sepa no poseo ninguna de las dos cosas, solamente soy una chica normal y corriente con una vida mediocre que sale a pasear todos los días con su perro.
-Posiblemente tengas algo especial dentro de ti que todavía no ha salido porque no ha visto el momento oportuno; bueno acerquémonos creo que en su interior hay algo que te interesaría ver -dijo Tatani.
-Tatani, ¿veré alguna vez a un humano por aquí?, ¿O de verdad sienten tanto miedo que no se atreven a volver?
-No creo que llegues a ver  a ninguno, pero si quieres podemos decirle a alguno de los enanos, que nos lleve hasta la isla, aunque ellos no poseen una relación bastante buena con los humanos por culpa de sus ideales religiosos, pero supongo que alguna excepción habrá.
-Y ¿Quién reinaba en Nurlon antes de que llegara Nastin?
-Pues la mujer más maravillosa que ha existido jamás, la Reina Rowena; el único defecto que posee es que es muy pacífica.