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sábado, 10 de marzo de 2012

2 Una ventana hacia un mundo mágico

Después de la improvisada cena que su prima preparó (huevos fritos, salchichas y beicon) subió al cuarto de baño a cepillarse los dientes y después a su habitación a acostarse pues había decidido que sería mejor duchar a su perro  por la mañana que estaría más despejada pero de repente, al atravesar la puerta de ésta, se encontró deslumbrada por una potente luz que procedía del libro que estaba en su cama desde la pasada noche, se acercó para mirarlo de cerca pero entonces, se sintió  absorbida  por la brillante luz azul; vio como bajaba por ella, cayó en medio de un bosque de sauces llorones machitos casi en su totalidad en el que había un gran río y un par de kilómetros al frente se veían unas enormes montañas con un castillo un tanto tenebroso entre ellas, cuando sintió como que una poderosa fuerza la obligaba a tumbarse sobre la hierba  y echarse a dormir, decidió hacerlo.
Pasaron un par de horas y Berta ni se enteró, ella sólo se daba cuenta de que dormía plácidamente sobre algo cómodo y no tenía necesidad de despertarse, era como si esa fuerza fuera más fuerte que ella hasta que de pronto, un pequeño ser empezó a tocarla y la despertó.

-¡Que sueño! ¡Ahhh!, ¿Qué eres tú y dónde estoy? dijo mirando confusa a su alrededor y apartándose asustada del pequeño ser.
-Hola-dijo el ser-bienvenida a Nurlon, soy Tatani, el hada más joven que vive acá.
-¿Un hada?; eso es imposible las hadas no existen; aunque me parece que te he visto anteriormente en otro lugar-le dijo esto pero no muy convencida mientras la miraba detenidamente; ella sólo quería averiguar donde la había visto antes-Ya sé; tú eres el hada que vi anoche en el libro que me encontré en mi cuarto.
-¡Aja!, por eso hace un rato sentía que me observaban-le contestó Tatani a Berta
- Es todo muy bonito pero quisiera poder volver a mi casa-gritó enloquecida, tú haces magia ¿no?, pues hazme volver no quiero estar aquí.
-Lo siento niña, pero el portal por el que entraste se cerró y no sé cuando se volverá a abrir y ningún tipo de magia logrará hacer que se habrá.
-Estupendo, maravilloso-dijo sentando enojada sobre la hierba.
-Sólo hay una manera de que puedas volver a tu casa.-añadió Tatani-y es que luches contra Nastin, pues tú eres ese ser humano que según dice la profecía salvara Nurlon de su oscuro reinado.
-No, eso no puede ser, debe de ser un error; ¿cómo una niña de once años va a salvar algo? ¿Y quién es Nastin?-añadió alarmada.
-Es una malvada bruja que tiene a Nurlon dividido en dos partes; por un lado los minotauros, gigantes “excepto uno”, la mitad de la población de centauros, cíclopes, hombres-lobo y trolls;  y en la otra vivimos nosotras las hadas, los elfos, cerca de quinientos centauros, faunos, unicornios, enanos y los animales del bosque.
-Genial, tanto bicho suelto me recuerda a los cuentos de mi abuela Amanda.
-¿As dicho, Amanda?-le preguntó Tatani sorprendida.
-Sí, ¿por?
-Por una muchacha que vivió aquí hace cerca de cien años que se llamaba exactamente igual, por cierto, ¿quieres que te enseñe todo esto?, es precioso pero la verdad es que antes lo era mucho más ¡maldita sea la hora en que llegó Nastin!
-Pues, si no me queda otro remedio, venga si, muéstramelo.-se resigno Berta.

Tatani la llevó cerca del río, donde vio más árboles juntos como nunca visto en su vida, pero la mayoría estaban más muertos que vivos y eso entristeció a Berta pues a ella le encantaba la naturaleza, de hecho cada vez que su padre tenía tiempo libre se iban a una casa rural que se hallaba a solo unos kilómetros de casa, después la llevó a un lugar donde se reunían las hadas que al verla huyeron despavoridas y lo mismo le sucedió cuando la llevó a dónde se encontraban los elfos; todos al verla huían.
Vieron a lo lejos un par de unicornios -era la cosa más hermosa que Berta había visto en su vida-, eran de un blanco brillante con tonos azulados y el cuerno de la mayoría era dorado; los más pequeños la miraban con curiosidad y lentamente se acercaban a ella, algunos adultos impedían a sus crías que se le acercarán pero sin embargo otros los empujaban incitándoles a acercársele y en un instante se vio rodeado por cerca de seis unicornios que la olfateaban curiosos; Berta extendió la mano para acariciar a uno de éstos que al principio se asustó pero después parecía que no quería que dejara de acariciarle; el pelaje de éste era tan suave que era como si tocara seda o algo millones de veces más suave; de hecho Berta nunca en su vida había acariciado nada similar.

-Ya te acostumbrarás a tenerlos siempre alrededor tuya no hay cosa en el mundo más cariñosa y empalagosa que ellos, es el único animal dócil que encontrarás aquí y que vive apartado de los demás nunca lo verás con nosotras las hadas, con los elfos o cualquier otro ser viviente que no sea de su especie excepto con los humanos, parece que les inspiráis confianza, por cierto se me olvidaba  te mostrare dónde vivía tu abuela, sígueme.
-As dicho humanos, ¿es que acá vive alguno aparte de Nastin?
-Vivían, hasta que Nastin nos atacó y los que no murieron luchando contra ella y sus aliados huyeron hacia una isla que hay a pocos kilómetros de aquí.

Berta, un tanto sorprendida por  todo lo que acababa de ver, lo último que acababa de vivir, y lo que acababa de descubrir  acerca de los humanos que ella no pensaba que allí hubiera, siguió a Tatani por el bosque a través de un prado tan marchito que había perdido casi totalmente su verde natural lleno de manzanos con la fruta podrida o sin hojas y el único rio cercano no llevaba ni la mitad de su caudal normal pues Nastin había hecho un hechizo para que eso sucediera y había pedazos de río en que el agua no era cristalina si no verdosa y contenía gran cantidad de peces muertos , y se fijó que los animales que por allí estaban preferían beber el rocío de las flores o el agua de los escasos charcos que había; caminaron durante un largo rato sin descanso   hasta que vio a lo lejos una pequeña cabaña de madera con aspecto ruinoso; en el camino de entrada, apoyado en la puerta, le pareció ver un pequeño ser de grandes orejas puntiagudas y una enorme nariz alargada, que vestía un peto vaquero deshilachado que jugaba con algo entre sus manos, algo que brillaba con la luz del sol y tenía un pequeño botijo de cristal en su lado izquierdo que contenía una bebida de color naranja pastel y en su otro lado había lo que parecía ser un montón de sábanas y mantas lo que significaba que vivía por allí cerca o simplemente le gustaba dormir al aire libre.
Al irse acercando Berta varias flores que parecían estar muertas empezaron a abrirse y la hierba iba recuperando su color; cosa que extrañó tanto a Berta como a Tatani.

-Esto sí que es extraño, solamente sucede cuando quien pisa ésta hierba es de corazón noble o posee poderes mágicos.
-Pues yo que yo sepa no poseo ninguna de las dos cosas, solamente soy una chica normal y corriente con una vida mediocre que sale a pasear todos los días con su perro.
-Posiblemente tengas algo especial dentro de ti que todavía no ha salido porque no ha visto el momento oportuno; bueno acerquémonos creo que en su interior hay algo que te interesaría ver -dijo Tatani.
-Tatani, ¿veré alguna vez a un humano por aquí?, ¿O de verdad sienten tanto miedo que no se atreven a volver?
-No creo que llegues a ver  a ninguno, pero si quieres podemos decirle a alguno de los enanos, que nos lleve hasta la isla, aunque ellos no poseen una relación bastante buena con los humanos por culpa de sus ideales religiosos, pero supongo que alguna excepción habrá.
-Y ¿Quién reinaba en Nurlon antes de que llegara Nastin?
-Pues la mujer más maravillosa que ha existido jamás, la Reina Rowena; el único defecto que posee es que es muy pacífica.