Pasaron un par de horas y Berta
ni se enteró, ella sólo se daba cuenta de que dormía plácidamente sobre algo
cómodo y no tenía necesidad de despertarse, era como si esa fuerza fuera más
fuerte que ella hasta que de pronto, un pequeño ser empezó a tocarla y la
despertó.
-¡Que sueño! ¡Ahhh!, ¿Qué eres tú
y dónde estoy? dijo mirando confusa a su alrededor y apartándose asustada del
pequeño ser.
-Hola-dijo el ser-bienvenida a
Nurlon, soy Tatani, el hada más joven que vive acá.
-¿Un hada?; eso es imposible las
hadas no existen; aunque me parece que te he visto anteriormente en otro
lugar-le dijo esto pero no muy convencida mientras la miraba detenidamente;
ella sólo quería averiguar donde la había visto antes-Ya sé; tú eres el hada
que vi anoche en el libro que me encontré en mi cuarto.
-¡Aja!, por eso hace un rato sentía
que me observaban-le contestó Tatani a Berta
- Es todo muy bonito pero
quisiera poder volver a mi casa-gritó enloquecida, tú haces magia ¿no?, pues
hazme volver no quiero estar aquí.
-Lo siento niña, pero el portal
por el que entraste se cerró y no sé cuando se volverá a abrir y ningún tipo de
magia logrará hacer que se habrá.
-Estupendo, maravilloso-dijo
sentando enojada sobre la hierba.
-Sólo hay una manera de que
puedas volver a tu casa.-añadió Tatani-y es que luches contra Nastin, pues tú eres
ese ser humano que según dice la profecía salvara Nurlon de su oscuro reinado.
-No, eso no puede ser, debe de
ser un error; ¿cómo una niña de once años va a salvar algo? ¿Y quién es
Nastin?-añadió alarmada.
-Es una malvada bruja que tiene a
Nurlon dividido en dos partes; por un lado los minotauros, gigantes “excepto
uno”, la mitad de la población de centauros, cíclopes, hombres-lobo y
trolls; y en la otra vivimos nosotras
las hadas, los elfos, cerca de quinientos centauros, faunos, unicornios, enanos
y los animales del bosque.
-Genial, tanto bicho suelto me
recuerda a los cuentos de mi abuela Amanda.
-¿As dicho, Amanda?-le preguntó
Tatani sorprendida.
-Sí, ¿por?
-Por una muchacha que vivió aquí
hace cerca de cien años que se llamaba exactamente igual, por cierto, ¿quieres
que te enseñe todo esto?, es precioso pero la verdad es que antes lo era mucho
más ¡maldita sea la hora en que llegó Nastin!
-Pues, si no me queda otro
remedio, venga si, muéstramelo.-se resigno Berta.
Tatani la llevó cerca del río,
donde vio más árboles juntos como nunca visto en su vida, pero la mayoría
estaban más muertos que vivos y eso entristeció a Berta pues a ella le
encantaba la naturaleza, de hecho cada vez que su padre tenía tiempo libre se iban
a una casa rural que se hallaba a solo unos kilómetros de casa, después la
llevó a un lugar donde se reunían las hadas que al verla huyeron despavoridas y
lo mismo le sucedió cuando la llevó a dónde se encontraban los elfos; todos al
verla huían.
Vieron a lo lejos un par de
unicornios -era la cosa más hermosa que Berta había visto en su vida-, eran de
un blanco brillante con tonos azulados y el cuerno de la mayoría era dorado;
los más pequeños la miraban con curiosidad y lentamente se acercaban a ella,
algunos adultos impedían a sus crías que se le acercarán pero sin embargo otros
los empujaban incitándoles a acercársele y en un instante se vio rodeado por
cerca de seis unicornios que la olfateaban curiosos; Berta extendió la mano
para acariciar a uno de éstos que al principio se asustó pero después parecía
que no quería que dejara de acariciarle; el pelaje de éste era tan suave que
era como si tocara seda o algo millones de veces más suave; de hecho Berta
nunca en su vida había acariciado nada similar.
-Ya te acostumbrarás a tenerlos
siempre alrededor tuya no hay cosa en el mundo más cariñosa y empalagosa que
ellos, es el único animal dócil que encontrarás aquí y que vive apartado de los
demás nunca lo verás con nosotras las hadas, con los elfos o cualquier otro ser
viviente que no sea de su especie excepto con los humanos, parece que les inspiráis
confianza, por cierto se me olvidaba te
mostrare dónde vivía tu abuela, sígueme.
-As dicho humanos, ¿es que acá
vive alguno aparte de Nastin?
-Vivían, hasta que Nastin nos
atacó y los que no murieron luchando contra ella y sus aliados huyeron hacia
una isla que hay a pocos kilómetros de aquí.
Berta, un tanto sorprendida por todo lo que acababa de ver, lo último que
acababa de vivir, y lo que acababa de descubrir
acerca de los humanos que ella no pensaba que allí hubiera, siguió a
Tatani por el bosque a través de un prado tan marchito que había perdido casi
totalmente su verde natural lleno de manzanos con la fruta podrida o sin hojas
y el único rio cercano no llevaba ni la mitad de su caudal normal pues Nastin
había hecho un hechizo para que eso sucediera y había pedazos de río en que el
agua no era cristalina si no verdosa y contenía gran cantidad de peces muertos
, y se fijó que los animales que por allí estaban preferían beber el rocío de
las flores o el agua de los escasos charcos que había; caminaron durante un
largo rato sin descanso hasta que vio a lo lejos una pequeña cabaña de
madera con aspecto ruinoso; en el camino de entrada, apoyado en la puerta, le
pareció ver un pequeño ser de grandes orejas puntiagudas y una enorme nariz
alargada, que vestía un peto vaquero deshilachado que jugaba con algo entre sus
manos, algo que brillaba con la luz del sol y tenía un pequeño botijo de
cristal en su lado izquierdo que contenía una bebida de color naranja pastel y
en su otro lado había lo que parecía ser un montón de sábanas y mantas lo que
significaba que vivía por allí cerca o simplemente le gustaba dormir al aire
libre.
Al irse acercando Berta varias
flores que parecían estar muertas empezaron a abrirse y la hierba iba
recuperando su color; cosa que extrañó tanto a Berta como a Tatani.
-Esto sí que es extraño,
solamente sucede cuando quien pisa ésta hierba es de corazón noble o posee
poderes mágicos.
-Pues yo que yo sepa no poseo
ninguna de las dos cosas, solamente soy una chica normal y corriente con una
vida mediocre que sale a pasear todos los días con su perro.
-Posiblemente tengas algo
especial dentro de ti que todavía no ha salido porque no ha visto el momento
oportuno; bueno acerquémonos creo que en su interior hay algo que te
interesaría ver -dijo Tatani.
-Tatani, ¿veré alguna vez a un
humano por aquí?, ¿O de verdad sienten tanto miedo que no se atreven a volver?
-No creo que llegues a ver a ninguno, pero si quieres podemos decirle a
alguno de los enanos, que nos lleve hasta la isla, aunque ellos no poseen una
relación bastante buena con los humanos por culpa de sus ideales religiosos,
pero supongo que alguna excepción habrá.
-Y ¿Quién reinaba en Nurlon antes
de que llegara Nastin?
-Pues la mujer más maravillosa
que ha existido jamás, la Reina Rowena; el único defecto que posee es que es
muy pacífica.